Evidencia de una capacidad ofensiva muy escondida

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“Pelota tata”. Robert Samuel Rojas hace el esfuerzo para rechazar ante la presión de Di María.
“Pelota tata”. Robert Samuel Rojas hace el esfuerzo para rechazar ante la presión de Di María.SILVIO ROJAS

Paraguay fue un contraste, pero a la vez, un claro ejemplo de cuantas virtudes y alternativas hay cuando se dispone a atacar. En el primer tiempo, fue superado en todos los roles. La táctica fue una falacia en la práctica. Sin intensidad, sin dinamismo, sin control, ni posicional ni en la posesión. Solo fueron retrocesos suicidas y no solo por la capacidad ofensiva del rival o por Messi siempre al acecho, sino porque las coberturas, sobre todo hacia el lado de Robert Rojas, fueron a destiempo. El lateral sufrió errores propios, porque no es natural de la posición, y ajenos por desatenciones de Gómez o un vacío de Jorge Morel, quien a veces ocupaba bien la zona de convivencia de Messi, pero que cuando debía tomar a alguien, corría desde atrás. Argentina fue por ese lado y estuvo cerca de convertir.

Otro drama que desvelaba las falencias defensivas era la poca fortaleza en la mediacancha y en ofensiva. Cada pelota que salía volando del área regresaba rápidamente. No había dominio o pausa, alguien que cargue con el compromiso de la pelota para respirar, descansar y elaborar, permitiendo que el resto evolucione. Por su lado, Almirón y Romero estuvieron a las corridas y Sanabria, luchando en inferioridad numérica. No hubo manera de sostener un avance y hacer que el equipo salga. Por eso, ya en los primeros 45′, Antony Silva inició a gestar la imagen de figura, que se agigantó más adelante con varias tapadas, como la que sacó del angulo a Alejandro Gómez. Tanta debilidad en ofensiva hizo que por momentos Junior Alonso rompa el molde y sea atrevido saliendo, conduciendo y emigrando al ataque como un volante. Tampoco hubo explosión para salir rápido, los volantes no desdoblaban y el equipo no evolucionaba para aprovechar.

Esta penosa iniciativa varió cuando Berizzo dejó la triste y miedosa postura conservadora. Un riesgo, sí, claro que sí. Pero ya era momento, también porque el rival mostraba síntomas de cansancio. Ya de Paul no tenía el mismo despliegue y Messi jugaba más alejado de la zona de influencia. Y con el 4-3-2-1 la conducta y la actitud fueron distintas. Hubo ambición y empezaron las asociaciones, los desbordes y los ataques con un sentido claro y convencido de ganar. Fueron varias las ocasiones y el partido, al golpe por golpe, afectó e hizo tambalear al visitante, que cada vez se paró más lejos de Silva, pero con la apertura para contragolpear, un daño que recibió el anfitrión, principalmente con las pelotas cruzadas o un toque de Messi entre líneas. Jugar 30 metros más adelante también fue oportuno para la condición de Villasanti. Amonestado, tuvo más protagonismo en la elaboración y menos recorrido para marcar, cruzar o cerrar. El ingreso de Lucena también fue clave. Y en ese proceso, Sanabria tuvo una de taco, Almirón un mano a mano con el arquero y González, dentro del área pateó sobre el travesaño.

Anoche, en el segundo periodo, esta Albirroja jugó, compitió y estuvo a la altura, una evidencia para Berizzo. Por lo menos de local, esa debe ser la conducta. Atacar, que también es válido.

@DarioIbarra01

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