Nacho, el hijo de Miguel Ángel Russo, acompañó a su familia en el velorio de su padre en la Bombonera. Con orgullo y lágrimas en los ojos, fue testigo del masivo adiós que miles de hinchas, jugadores, entrenadores y dirigentes brindaron al querido Miguelo.
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Un día después, ayer, debía cumplir con su compromiso deportivo: jugar para Tigre ante Newell’s. Aun con el alma conmovida y la posibilidad de no hacerlo, eligió viajar a Rosario y rendirle a su padre el mejor homenaje posible: un gol.
“Si no juego, se levanta y me reta”, había dicho con una sonrisa entre la tristeza, antes de ponerse a disposición del equipo. Arrancó como titular y, durante el minuto de silencio en memoria de su padre —dispuesto por la AFA en todos los encuentros del fin de semana—, no pudo contener las lágrimas.
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