Gustavo Alfaro: “el dolor era el punto de partida”

El entrenador argentino de la Selección Paraguaya de Fútbol, Gustavo Alfaro, habla durante una rueda de prensa en el Centro de Alto Rendimiento de Ypané,
El entrenador argentino de la Selección Paraguaya de Fútbol, Gustavo Alfaro, habla durante una rueda de prensa en el Centro de Alto Rendimiento de Ypané,163608+0000 DANIEL DUARTE

En la antesala del crucial duelo contra Brasil, el director técnico de la Selección Paraguaya de Fútbol, Gustavo Alfaro, se apartó hoy de un análisis del rival para ofrecer una profunda reflexión sobre el dulce momento que atraviesa la Albirroja. Lejos de la típica conferencia de prensa prepartido, el estratega argentino se adentró en la génesis de este resurgimiento, donde el “dolor” se erigió como el punto de partida.

Alfaro, con la cadencia de un pensador, desmenuzó lo que ha guiado a sus jugadores. “Entendí que el dolor era el punto de partida, que las cicatrices eran el punto de partida”, sentenció, revelando que cada revés fue un catalizador para futuros éxitos. “Fracaso es una palabra muy fuerte. Uno fracasa cuando traiciona sus propias convicciones. Creo que encontré en la base del dolor el punto de partida”, explicó, y compartió cómo transmitió esta convicción a su plantel: “Muchachos, si pegamos 99 veces en el marco, vamos a pegar una vez más, que por ahí le damos al clavo. Entonces, vamos a intentarlo, no vamos a morir en la previa”. La buena predisposición de los jugadores fue clave, según el entrenador.

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El dolor como combustible y la memoria de las batallas

Para Alfaro, el dolor no representó solo un recuerdo, sino un combustible que los puso de pie. “Creer desde el dolor, y usar el dolor como combustible fue lo que nos puso de pie y lo que hace que hoy tengamos el privilegio de tener el amor y reconocimiento de un país”, afirmó. Y añadió, en sintonía con el sentir del capitán del equipo: “Pasaría por todos los dolores que tenga que pasar para vivir este momento que estamos viviendo. Nuestro capitán (Gustavo Gómez) había dicho que daría todos los títulos que tiene por jugar un Mundial”.

El concepto de memoria fue otro pilar fundamental en la alocución de Alfaro. El técnico reveló que antes del partido contra Uruguay, la palabra “memoria” escrita en el pizarrón sirvió como recordatorio de las batallas libradas y los obstáculos sorteados. Rememoró con detalle los desafíos enfrentados: desde los pronósticos desfavorables en Uruguay (“el peor equipo de las eliminatorias”) hasta la resistencia frente a la potencia individual de Brasil, o la reacción ante un gol en contra contra el campeón del mundo. No olvidó la hostilidad en Bolivia, donde los rivales filmaron los entrenamientos y pronosticaron una goleada. “Entonces, tener memoria es tener eso”, sintetizó, destacando la fortaleza mental construida a través de la adversidad.

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“Cuando íbamos a Uruguay y ellos decían que nos iban a ganar 3-0, que éramos el peor equipo de las eliminatorias, y que criticaban a Uruguay por haber empatado contra Paraguay, después contra Brasil todas esas capacidades individuales increíbles chocaban contra ese muro guaraní, que se resistía a doblegarse y sacaron adelante un partido muy difícil. También cuando jugamos contra el campeón del mundo, y empezamos a los 15 minutos perdiendo 1-0, cuando el campeón del mundo te impone condiciones. Cuando fuimos a Bolivia, los bolivianos nos filmaron el entrenamiento, y escuchaba que decían: ‘Miren la sonrisa de esos jugadores paraguayos que se van a desdibujar cuando vayan al alto, les vamos a meter cuatro goles’, y nosotros seguimos peleando, y así sucesivamente. Entonces, tener memoria es tener eso”.

Más allá de un partido, un cambio de inflexión

Las lágrimas derramadas por los jugadores al final del partido ante Uruguay fueron, para Alfaro, la manifestación de “todo lo que guardaban de su pasado, todo lo que guardaban de sus luchas internas”. El técnico admitió su propia perplejidad en ese momento, oscilando entre el festejo y la emoción. “Yo no sabía qué hacer, no sabía si festejar, si reírme, o si llorar, porque era el partido que teníamos que ganar y fue muy difícil. A nosotros nos cuesta todo mucho", reconoció, haciendo hincapié en la complejidad de gestionar un grupo diverso donde la frescura de los jóvenes se combina con las experiencias y cicatrices de los más veteranos.

Para el argentino, esta oportunidad de jugar un Mundial podría ser la última, y la determinación de no dejarla escapar ha sido un motor. “Para mí, gestionar esta diversidad es un verdadero desafío. Mientras la frescura de los jóvenes le daba impronta, las experiencias, las vivencias, las cicatrices y los momentos pasados de todos los muchachos eran lo que nos mantenía vivos. Si teníamos la capacidad de usar ese dolor como combustible, podíamos llegar a este lugar en el que estamos. El cambio de inflexión se dio al creer a partir del dolor y en que, para muchos, tal vez era la última oportunidad de jugar una Copa del Mundo y no la querían dejar escapar.

El triunfo reciente fue “mucho más que un partido”, según Alfaro, ya que había “muchas cosas en juego”. En el fútbol de selecciones, donde el tiempo es un bien escaso, cada instante debe aprovecharse. Alfaro enfatizó la armonía del plantel, contrastándola con experiencias previas en Ecuador y Costa Rica. Aquí, se encontró con una selección “herida, más asociada a las desilusiones, a los golpes, a los sinsabores, que a los momentos agradables”, y su desafío ha sido transformar ese pasado en el presente inmejorable que hoy ilusiona a todo un país.