Una historia manida, personajes estereotipados y unos diálogos que demuestra el origen de la película: las figuras de acción infantiles, inexpresivas e inmóviles que tanto éxito tuvieron en la década de los 80.
Dwayne Johnson, Jonathan Pryce, D. J. Cotrona, Adrianne Palicki o Armold Vosloo son los protagonistas de una película en la que aparecen en pequeños papeles Bruce Willis y Channing Tatum, meros reclamos publicitarios.
El realizador, John M. Chu (“Step Up”), se sirve de múltiples elementos ya conocidos para pisar sobre seguro en la mayoritaria parte de acción. Un malo con máscara y voz distorsionada como Darth Vader; movimientos estilo Matrix; vehículos que se descomponen tipo “Transformer” y toneladas de batallas en las que los golpes no afectan a los protagonistas.
Se añaden toques de humor -hasta con la mítica frase “Al infinito y más allá” de Buz Lightyear en “Toy Story”- para poner en pie una mezcla de mucho y cuyo resultado es la nada.
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Un ejemplo de una película que sin duda pasará sin pena ni gloria por la historia del cine, pero que atraerá a los cines a los adolescentes ávidos de acción, de risas y con pocas ganas de pensar.