“Sin City” (Ciudad del pecado) es todo un homenaje a la serie negra, con sus antihéroes torturados, sus mujeres fatales y la corrupción del poder. Miller, uno de los grandes maestros del noveno arte, ha logrado trasplantar con maestría el universo sórdido de las novelas policiales a viñetas expresivas en blanco y negro, con marcados detalles en color. La primera película trasladaba esa ambientación con maestría a la pantalla grande. La actual repite ese logro, con nuevas historias.
Lo que caracteriza desde el principio al nuevo filme es un enfrentamiento contra el abuso de los ricos y poderosos. Marv, ese magnífico personaje nuevamente llevado a la pantalla por Mickey Rourke, se enfrenta a unos jóvenes que se divierten hostigando a un vagabundo. La lucha de la “marginalidad” contra el “poder” se hará palpable en todas las historias. En esta nueva producción, la presencia del corrupto senador Roark (Powers Boothe) como el dueño de la ciudad es mucho más marcada. Su enfrentamiento con Johnny (Joseph Gordon Levitt), un chico que nunca pierde, es magistral.
Como decíamos antes, la película tiene la rara característica de reunir una precuela y una secuela en relación a la producción del 2005. Por un lado, cuenta el origen del detective Dwight McCarthy (en esta ocasión, protagonizado por Josh Brolin) y su relación con la hermosa Ava (Eva Green), y por otro, las ansias de venganza de la stripper Nancy (Jessica Alba), que ha perdido a John Hartigan (Bruce Willis), el último policía honesto de la ciudad.
Una calidad visual impecable y unos diálogos atrapantes enriquecen la película. Para llegar a la excelencia, la historia central, la de Dwight, podría haber sido más corta, así como la historia final queda con algunas aristas sin concluir. Aun así, estamos ante una gran opción para disfrutar del cine.
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