El templo de los deportes acuáticos

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En estas condiciones está  actualmente  el CAN, en plena pandemia. El recinto fue habilitado recientemente como una de las sedes de entrenamientos en la fase 1 de la cuarentena inteligente.
En estas condiciones está actualmente el CAN, en plena pandemia. El recinto fue habilitado recientemente como una de las sedes de entrenamientos en la fase 1 de la cuarentena inteligente.

El prometido templo de los deportes acuáticos comenzó a edificarse en los 80, pero recién finalizó en 2014, luego de años endeudándose con los sueños de varias generaciones de talentos. Tras décadas dormitando, hoy es una realidad despierta que espera crear su propia camada de campeones y que devolvió la ilusión a los recordistas del pasado.

La pileta olímpica, según los diarios de la época, estaba en los planes de la construcción de la sede del Banco Central del Paraguay (BCP) a fines de los 70. La instalación, que en su planificación incluye el sector bancario y la parte cultural, con “salones de conferencia, cines, teatro, confiterías e incluso una pileta olímpica cubierta”, estimaba concluir a fines de 1982... lo que no sucedió.

En la década gloriosa de nuestro deporte, con Víctor Pecci jugando en la élite mundial del tenis, el Olimpia ganando la Copa Libertadores, el atletismo con un campeón sudamericano, la Copa América del 79; la instalación prometía elevar también nuestra natación y pensar en el futuro, además de brindar un espacio a otras expresiones acuáticas novedosas para el plano local.

Sin embargo, con el 80% de la construcción hecha, entre 1980 y 1986, la obra paró. Entonces ya contaba con la estructura de la piscina olímpica (50x25 metros), y otra para clavados con sus plataformas, tribunas para dos mil personas, cabinas de prensa, espacios para vestuarios, accesos con rampas, techado, y otros detalles, que elevaron la inversión (parcial) a unos 7.800 millones de guaraníes.

Intento de despertar

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“Si Paraguay hubiera tenido una pileta de 50 metros, con las exigencias para competencias internacionales, en este momento sería sede del Campeonato Sudamericano Juvenil a realizarse en 1997. No la tiene, mientras se deteriora la que está a medio terminar en el local del BCP”, sostenía una edición de ABC Color de diciembre de 1995, en el se exponía el balance de aquella temporada de la entonces Federación Paraguaya de Natación (Fepana).

Para la segunda mitad de los 90, ya se intentaba despertar al colosal templo de los deportes acuáticos.

El BCP y el entonces Consejo Nacional del Deporte (hoy Secretaría) negociaban el traspaso del complejo a manos del CND por entre 25 a 30 años. En 1997, Luis María Zubizarreta, titular del CND, había confirmado a ABC Color sobre la resolución por la cual se concretaba la cesión. Aunque el contrato no se había suscrito, confirmaría luego durante la inspección.

En octubre de ese año, se logró poner un poco de luz sobre el misterio de las condiciones del Centro Acuático Nacional (CAN), oculto en la maraña y la desidia. Fue cuando por primera vez, esta inconclusa obra, “fruto de la excentricidad y el despilfarro de la época de Stroessner y Romero Acosta”, abrió sus puertas a la prensa, al mismo tiempo en el que el CND realizaba una inspección.

El acceso permitió conocer más sobre el estado de la “obra de infraestructura deportiva más ambiciosa del Paraguay”, a propósito también del interés del Comité Olímpico Paraguayo (COP) de albergar los Juegos Odesur de 2006.

En la época, se hablaba de una suma de entre 750.000 y un millón de dólares para finalizar el complejo.

En 2009, los gobernantes de turno reanimaron la intensión de despertar al gigante, lo que finalmente se hizo realidad en septiembre de 2014, y apurados por los logros nacionales en los Juegos Panamericanos Guadalajara 2011, donde Benjamín Hockin logró una histórica medalla, sin contar con una pileta olímpica reglamentaria. La inversión fue de cerca de 15.000 millones de guaraníes.

Compensación generacional

Desde el momento de su apertura misma, el CAN fue testigo de momentos históricos, como la celebración del Sudamericano Absoluto en 2016 o el regreso a la competición de los senior y, por ende, el fortalecimiento de la natación máster nacional.

Y al mismo tiempo que igualó las condiciones de competencia para nuestros nadadores de hoy, busca generar sus propios campeones, una generación del CAN, y compensar, en cierta medida, a aquellos a los que llegó décadas después: recordistas del pasado quienes se reencontraron con la natación y finalmente pueden cumplir el sueño de nadar en una pileta olímpica en Paraguay... para algunos casi cuarenta años después.

fatima.martinez@abc.com.py