“Marito” debe prescindir de los escombros y sinvergüenzas

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La vergonzosa Acta Bilateral suscrita en Brasilia en claro perjuicio de nuestro país ha provocado una crisis que afecta de lleno al Poder Ejecutivo. Sea que el presidente Mario Abdo Benítez haya sido engañado por ciertos colaboradores, como afirma el expresidente de la ANDE Pedro Ferreira, o que haya consentido sus cláusulas conociendo cabalmente su contexto e implicancias, lo cierto es que la reacción generada en la ciudadanía lo tomó bastante desprevenido. En cualquiera de los casos, quedó muy pegado al “affaire”, sea por acción o por omisión. Así las cosas, los involucrados en el mayúsculo bochorno debían ser “renunciados”, como ocurrió. También deben irse los consejeros de la entidad binacional, quienes, según el expresidente de la ANDE, estaban al tanto de lo que se fraguaba pero no movieron un dedo para impedir el nuevo despojo al Paraguay en ciernes. Si el presidente Abdo Benítez quiere reivindicarse ante sus compatriotas, puede extraer varias enseñanzas de lo ocurrido, como las de no apañar el secretismo, rodearse de personas conocidas por su confiabilidad y no subestimar a la ciudadanía.

La vergonzosa Acta Bilateral suscrita en Brasilia en claro perjuicio de nuestro país ha provocado una crisis que afecta de lleno al Poder Ejecutivo. Sea que el presidente Mario Abdo Benítez haya sido engañado por ciertos colaboradores, como afirma el expresidente de la ANDE Pedro Ferreira, o que haya consentido sus cláusulas conociendo cabalmente su contexto e implicancias, lo cierto es que la reacción generada en la ciudadanía lo tomó bastante desprevenido. En cualquiera de los casos, quedó muy pegado al “affaire”, sea por acción o por omisión.

El documento, firmado el 24 de mayo, salió a la luz el 25 de julio. El jefe de Estado lo defendió de inmediato, sosteniendo que el “Paraguay tiene que ser un país serio”, e insinuó que sus compatriotas indignados eran vulgares “peajeros” que buscaban “pequeñas ventajas”. La escasa seriedad del hoy exembajador paraguayo en el Brasil, Hugo Saguier Caballero, quedó de manifiesto al día siguiente cuando, respondiendo a una pregunta periodística, dijo que él no podía explicar los beneficios del Acta Bilateral porque no era un técnico. Y agregó: “Pedimos a todos los técnicos que se retiren (de las reuniones). ¡Pero a la gran siete! A todos los técnicos...”. En fin, las críticas a estos oscuros tejemanejes arreciaron hasta el punto de que, el 28 de julio, el entonces canciller Luis Castiglioni anunció que el Gobierno nacional pediría al brasileño dejar sin efecto el acuerdo secreto. Importa menos ahora la opinión que el presidente Jair Bolsonaro pueda tener de la seriedad de su amigo “Marito” que el hecho de que la iniciativa, forzada por la opinión pública, resulta muy saludable. Así las cosas, era evidente que los involucrados en el mayúsculo bochorno debían ser “renunciados”.

Aparte del embajador y del canciller, tuvieron ese destino el director de Itaipú Binacional, el impresentable José Alberto Alderete, y el flamante jefe de la ANDE, Alcides Jiménez, que fungía de asesor del Ministerio de Relaciones Exteriores en temas energéticos y se ocupó de las cuestiones técnicas que se negociaban, nombrado apenas un par de días antes. Por cierto, Alderete intervino en las tratativas junto con un subordinado suyo, el director técnico José Sánchez Tillería, un antiguo conocido en el nebuloso ámbito de las entidades binacionales, quien también debe cesar en el cargo.

El Ing. Pedro Ferreira acusó a personas innominadas de haber inducido al presidente de la República a cometer un gravísimo error que socava su autoridad personal. Si eso ocurrió, el jefe de Estado debe de conocerlos y corresponde que prescinda de sus servicios, si no figuran entre los ya removidos. También los consejeros de la entidad binacional, Osvaldo Román Romei, Ángel Manuel Aquino, Juan Carlos Barreto, Crecencio Molinas, Víctor Luis González y Federico Alberto González, quienes según el expresidente de la ANDE estaban al tanto de lo que se fraguaba, deben abandonar sus cargos por no haber movido un dedo para impedir el nuevo despojo al Paraguay en ciernes. El escándalo fue de tal envergadura que se impone que dejen sus bien remunerados puestos todos aquellos que, por acción u omisión, hicieron posible la firma de un documento tan lesivo para el interés nacional.

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Desde luego, es preciso que los antecedentes de los reemplazantes sean impecables, que brillen por su honestidad, idoneidad y patriotismo. Por de pronto, se anunció que la cartera de Relaciones Exteriores estará desde hoy en manos de Antonio Rivas Palacios, un diplomático de carrera que este año asumió la Vicecancillería tras haber sido embajador en España. Es plausible que sea extraño a la contaminada “clase política”, que sus anteriores desempeños no hayan sido objetados y que, presumiblemente, conozca su oficio. Cabe confiar, pues, en que esté a la altura de lo que se requiere para participar en la reconducción de las negociaciones sobre la materia del Acta Bilateral fallida y en las que deben realizarse de cara a la revisión del Anexo C del Tratado de Itaipú en 2023. Como se lee en el comunicado de los obispos, cuanto atañe a la entidad binacional “es sensible y estratégico para el Paraguay”, de modo que sería necesario que las cuestiones pendientes sean abordadas “con alto nivel de patriotismo, participación y socialización”.

Es claro que también el futuro embajador paraguayo en Brasilia debe gozar de los atributos exigidos al canciller y ser un profesional en el campo diplomático, es decir, uno que no integre la cuota política admitida en el servicio exterior. Y, sobre todo, que esté imbuido del patriotismo del que carecieron la mayoría de sus antecesores. Valga como una suerte de reaseguro que su nombramiento requiera el acuerdo del Senado, al igual que el del nuevo director de la entidad binacional. En cuanto al nuevo jefe de la ANDE, que integra de pleno derecho el Consejo de Administración de Itaipú Binacional, es deseable que tenga una conducta no menos digna de quien le precedió en el cargo, es decir, una que apunte a defender con firmeza los derechos de nuestro país en las usinas hidroeléctricas. Es de desear que el Ing. Félix Sosa, actual director de Gestión Regional de la empresa pública y de quien no se conocen malos manejos, quien sería nombrado para presidir esa empresa estatal, esté a la altura de las circunstancias.

Si le interesa reivindicarse ante sus compatriotas, el presidente Abdo Benítez puede extraer varias enseñanzas de lo ocurrido, como las de no apañar el secretismo, rodearse de personas conocidas por su confiabilidad, y no subestimar a la ciudadanía, cada vez más dispuesta a defender sus derechos individuales y los del Paraguay como un todo, en particular frente a sus voraces socios en las entidades binacionales. En verdad, tendrá que esforzarse para volver a ganarse la confianza en este delicado ámbito. Debe entender que es la hora de los honestos y patriotas y no de los sinvergüenzas, escombros o inútiles.