La Municipalidad es inútil hasta para recaudar tributos

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La Municipalidad de Asunción es muy ineficiente hasta para recaudar tributos, no digamos ya para invertir lo ingresado. El consorcio TX, encargado de auscultar la gestión tributaria y catastral, reveló graves omisiones que reducen en gran medida los ingresos municipales y que, hasta ahora, se resumen en una evasión tributaria anual de más de ¡130.000 millones de guaraníes! Entre otras cosas, la consultora constató que solo 1.000 de los 41.000 carteles publicitarios están registrados por la Municipalidad. Esta solo gasta una pequeña parte de su dinero, es decir, recauda poco e invierte menos. En 2018 solo ejecutó el 65% de su presupuesto y lo hizo en forma muy despareja, para mal de la población: lo previsto para “servicios personales” –sueldos, sobre todo– fue ejecutado en un 95%, en tanto que lo asignado para la “inversión física” –obras y mantenimiento– solo fue ejecutado en un 22%. O sea que se sabe cumplir con el compromiso asumido con los más de ocho mil funcionarios y contratados, pero no así con el de dotar a Asunción de la infraestructura que merece una capital.

La Municipalidad de Asunción es muy ineficiente hasta para recaudar tributos, no digamos ya para invertir lo ingresado, según surge del reciente informe de una consultora contratada por ella y de la ejecución presupuestaria del año pasado. La doble ineptitud, que genera desigualdad entre los contribuyentes y afecta el bienestar de la población, no es insólita en la administración pública ni empezó con el actual Gobierno municipal. Se trata de un vasto y viejo fenómeno, que castiga a la ciudadanía tanto como la corrupción con la que suele estar ligada. Si hubiera jueces independientes y autoridades celosas del bien común, los ladrones irían a la cárcel y los inútiles a la calle, pero como nada de eso ocurre, la ciudadanía indefensa debe resignarse a soportarlos.

El caso asunceno es un buen ejemplo de la supina incapacidad administrativa, revelada en datos cuasi oficiales o hasta oficiales. El Consorcio TX, encargado de auscultar la gestión tributaria y catastral, reveló graves omisiones que reducen en gran medida los ingresos municipales y que, hasta ahora, se resumen en una evasión tributaria anual de más de ¡130.000 millones de guaraníes! Entre otras cosas, la consultora constató que solo 1.000 de los 41.000 carteles publicitarios están registrados por la Municipalidad. Ni al intendente Mario Ferreiro, ni a los concejales ni a los funcionarios de la Dirección General de Administración y Finanzas les llamó la atención que los ingresos derivados del impuesto a la “publicidad y propaganda” sean tan exiguos con relación a lo que tienen cada día ante sus ojos. Es probable que muchos los cierren a cambio de un soborno, pero al menos uno tendría que haber señalado tan evidente incongruencia, más fácil de constatar que la que habría entre la valuación fiscal y lo recaudado en concepto de impuesto inmobiliario.

Si hace dos años, el exdirector de Hacienda Óscar Orué cifró en un 50% la evasión impositiva, la consultora dice hoy que la recaudación ha aumentado gracias a sus servicios. Aunque así sea, su propio informe muestra que los ingresos municipales siguen siendo muy inferiores a lo que correspondería si la administración hiciera cumplir la ley, recurriendo en caso necesario a la vía judicial y sin olvidar que la acción para el cobro de los tributos prescribe a los cinco años.

La Municipalidad solo gasta una pequeña parte de su dinero, es decir, recauda poco e invierte menos, salvo que los ingresos previstos sean fantasiosos. En efecto, en 2018, solo ejecutó el 65% de su Presupuesto y lo hizo en forma muy despareja, para mal de la población: lo previsto para “servicios personales” –sueldos, sobre todo– fue ejecutado en un 95% (552.870 millones de guaraníes), en tanto que lo asignado para la “inversión física” –obras y mantenimiento– solo fue ejecutado en un 22%. O sea que se sabe cumplir con el compromiso asumido con los más de ocho mil funcionarios y contratados, pero no así con el de dotar a Asunción de la infraestructura que merece una capital.

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La cuestión se agrava cuando se considera que, pese a que no se invierte todo lo presupuestado en asuntos útiles para los vecinos, la Municipalidad se endeuda cada año para pagar los salarios y aguinaldos de miles de allegados y operadores políticos de los que allí mandan. Con tal objeto, la Junta Municipal aprobó a fines de 2018, por amplia mayoría y a pedido de la Intendencia, tomar prestados 60.000 millones de guaraníes, pese a que el concejal Federico Franco (Juntos Podemos) señaló que los ingresos habían superado en un 30% los del año anterior. Si a ello se agrega que solo se invierte poco más de la quinta parte de lo presupuestado para “inversión física”, se plantea la pregunta de adónde va a parar la suma no utilizada en tal concepto. ¿Se reprogama para disminuir en algo el déficit en materia de servicios personales, pues en diciembre de 2018 insumió nada menos que el equivalente a 191% de la recaudación? También en la emisión de bonos se refleja la vergonzosa incompetencia municipal: el 42% de los emitidos en 2016 y 2017 no fue ejecutado, es decir, se pagan intereses por un dinero no utilizado.

Las cifras dan cuenta de que, en verdad, la Municipalidad se ocupa de sí misma antes que de los vecinos a los que, de paso, endeuda. Se salvan los que evaden el pago de tributos, gracias a la corrupción o a la ineficiencia administrativas. Así las cosas, las personas honestas están muy lejos de recibir una contraprestación adecuada a sus desembolsos. Si la ley ordena que se paguen tributos es para financiar las obras y servicios brindados por unos funcionarios a cambio de un sueldo. Empero, para el intendente y los ediles de Asunción, lo prioritario es atender las necesidades de un frondoso plantel que, en vez de servir al público, se sirve de él.

Por cierto, no hay que ilusionarse con los resultados de un hipotético mayor cobro de los impuestos hoy evadidos, pues, ¿mejoró en algo Asunción con las multimillonarias sumas recaudadas por la Municipalidad debido a las nuevas construcciones, muchas de gran envergadura, que se levantaron en los últimos años? En absoluto.

Ferreiro terminará su mandato haciendo más de lo mismo. En esto son corresponsables los ediles, a quienes, salvo excepciones, nada les interesa la suerte de la ciudad.

Los asuncenos harán bien en recordar esta deplorable realidad a la hora de votar porque, al fin y al cabo, de ellos depende que la gestión municipal esté en buenas manos.