Standard & Poor’s Global Ratings comunicó oficialmente el 17 de diciembre que elevó la calificación de los bonos soberanos a largo plazo de Paraguay, en moneda local y extranjera, de BB+, el último del grado especulativo en su escala, a BBB-, el primer peldaño del grado de inversión, con panorama “estable”. También elevó la calificación de los títulos a corto plazo en moneda nacional y extranjera de B a A-3. Con ello se suma a su colega Moody’s Investors Service, que hizo lo propio a mediados de 2024. Por el momento, Fitch Ratings, la otra de las “Tres Grandes” entre las calificadoras internacionales de riesgo, no ha dado ese paso.
Estar en BBB- a largo plazo y en A-3 en corto plazo significa para Standard & Poor’s que los títulos paraguayos son de “calidad media” y que el país cuenta con “capacidad adecuada de pago, aunque condiciones económicas negativas podrían debilitarla”.
La consultora considera que el historial de estabilidad macroeconómica y de políticas promercado han fortalecido la resistencia de la economía paraguaya y confía en que el ciclo de crecimiento va a ayudar a cumplir las metas del déficit y a reconstruir un colchón fiscal. También destaca que la rápida convergencia hacia rangos reducidos de inflación establecidos por el Banco Central apuntala la credibilidad, lo cual, junto con la expansión del crédito doméstico, contribuirá con la flexibilidad monetaria del país.
La expectativa es que fuertes inversiones del sector privado sostendrán el dinamismo económico por los próximos dos años, lo cual continuará diversificando la base económica del Paraguay y mejorando su situación fiscal. Al mismo tiempo, cree que el país soportará un moderado déficit de cuenta corriente en los dos años siguientes, el cual se irá revirtiendo gradualmente con la conclusión de inversiones de gran escala que están en desarrollo.
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En este contexto, la consultora plantea dos posibles escenarios, uno menos optimista y otro más optimista. En el primer caso, “podríamos bajar la calificación en los próximos 12-18 meses si el panorama fiscal y el perfil externo se debilitan. Grandes y consistentes déficits de cuenta corriente que no sean compensados por inversiones extranjeras directas y que surjan de deuda externa o reducción de activos externos aumentará la vulnerabilidad del país ante shocks inesperados”.
En contrapartida, “podríamos elevar la calificación en los próximos dos años si continuadas reformas conducen a un crecimiento del PIB per cápita mayor al de otros países en niveles similares de desarrollo. La atracción de mayores inversiones y la diversificación de la economía reducirían la vulnerabilidad de Paraguay ante condiciones volátiles del comercio y fortalecerían su perfil externo. Al mismo tiempo, si se concretan esfuerzos por reducir la exposición soberana a deuda en moneda extranjera, ello mejoraría las finanzas públicas y el perfil de crédito”.
En términos más específicos, S&P proyecta que las inversiones alcanzarían el 27% del PIB en el período 2026-28, en comparación con el 24% del período 2022-24. En varias oportunidades menciona el proyecto de celulosa que está en curso en el norte del país, que parece ser uno de los factores clave en la decisión de elevar la calificación. Pese a ello, señala que los niveles de inversión, y en particular de inversión extranjera directa, están por debajo de la media latinoamericana y que el crecimiento sería todavía modesto, aunque se espera que sea mayor que en el pasado.
Al mismo tiempo, pone énfasis en la necesidad de profundizar las reformas, especialmente en el sector financiero y de la seguridad social. Menciona la creación de la Superintendencia de Pensiones, aboga porque dé resultados, e insiste particularmente con la Caja Fiscal, cuyo déficit podría crecer del 0,5 al 1,5% del PIB en los próximos tres años.
Internamente, sabemos que, en la práctica, las cosas no son tan diáfanas como en los papeles. Por ejemplo, el Gobierno afirma que volverá al tope de 1,5% del PIB del déficit fiscal en 2026, pero el sector privado le reclama al Estado el pago de deudas vencidas por 1.300 millones de dólares, monto que supera todo el déficit declarado. También hay dudas de que se lleven adelante reformas políticamente complicadas, en particular de la Caja Fiscal, en tiempos electorales y de reacomodo de las fuerzas políticas. Igualmente, diversos escándalos crean la percepción de que ha aumentado la corrupción a altos niveles y también hay preocupación por ciertas fisuras en la calidad de la supervisión en el sector financiero.
No obstante, la nueva calificación de Standard & Poor’s constituye un gran espaldarazo para el Paraguay, con la ventaja adicional de que dará más fuerza a los sectores técnicos y reformistas dentro del Gobierno. Ojalá se impongan estos, y no los otros, para consolidar y seguir mejorando la posición del país y su prospecto de desarrollo.