Los turistas que todos los fines de semana visitan Tamandaré, a cien kilómetros de Recife, la capital regional, se sorprendieron con las manchas de crudo que alcanzaron la arena y los manglares que bordean los casi tres kilómetros de la salvaje playa.
“Es un desastre ecológico que nunca habíamos visto en todo el noreste y más allá del perjuicio que tenemos como comerciantes que vivimos del turismo, que ya comenzó a caer por esto, lo que más nos preocupa es el daño a la fauna y flora”, comentó a Efe Elisea da Silva, dueña de un quiosco de bebidas próximo a la playa.
Casi una treintena de animales, principalmente tortugas y aves, han sido afectados por el derrame de crudo en altamar.
