A pesar del peligro que podría suponer para su población, las autoridades uruguayas permitieron al crucero Greg Mortimer acercarse el viernes pasado al Puerto de Montevideo para que sus 132 pasajeros, muchos de ellos afectados por el covid-19, sean rescatados en medio de una cuidadosa operación sanitaria sin precedentes en ese país, que culminó en la madrugada del sábado cuando los extranjeros, casi todos australianos según los informes, fueron llevados en ómnibus escoltados por policías y ambulancias hasta el aeropuerto y embarcados en un avión especialmente equipado rumbo a Australia tras gestiones de la Cancillería. Los cables internacionales indican que la aeronave llegó ayer mismo a Melburne (Australia).
Durante el rescate se vivieron momentos de fuertes emociones, con la población siguiendo por televisión y otros medios la movilización. Incluso, la gente aplaudía desde sus balcones el paso de los buses, aprobando el rescate pese al peligro que suponía y expresando el orgullo que les representaba eso como país.
“Guarden las fotos, esto será historia”, decían unos en comunicaciones personales, mientras otros destacaban que los rescatistas “fueron hasta el infierno mismo para sacar a 200 personas”. También resaltaron que varios países rechazaron al “Greg Mortimer”, al contrario de Uruguay. “Brindar ayuda humanitaria nunca fue una opción, sino un imperativo ético”, dijo al respecto el canciller uruguayo, Ernesto Talvi, según la prensa.
Gracias a gestos como estos, de nuevo el arrojo humano pone la esperanza en medio de esta inverosímil pandemia. JBC
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