Desde que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunció el miércoles la reanudación de relaciones diplomáticas con Cuba y el comienzo del retiro de sanciones económicas, los estadounidenses se han presentado en su puesto de cigarros en el Hotel Nacional de La Habana, donde enrolla el tabaco de los puros usando técnicas que apenas han cambiado desde el siglo XIX.
“¡Ay, los norteamericanos!”, dijo. “Ahora, no tienen miedo. Yo estoy supercontenta porque pensé que a la edad de 67 años no iba a ver esta relación diplomática. Y pensamos vender más todavía porque esto empieza ahora”, agregó. Los cigarros han sido un producto distintivo de Cuba desde que Cristóbal Colón observó por primera vez en 1492 cómo los nativos de la isla caribeña fumaban rollos de hojas de tabaco.
Fidel Castro, el líder de la revolución de 1959, comúnmente encendía unos largos lanceros de Cohiba hasta que dejó el hábito en 1985. Los puros cubanos son considerados por muchos como los mejores del mundo, especialmente marcas como Cohiba, Montecristo y Partagás, pero el embargo comercial estadounidense bloqueó su acceso a un mercado que el año pasado importó 317,6 millones de cigarros de alta calidad hechos a mano.
Cuando Obama presentó su nueva política hacia Cuba, que busca acabar con más de cinco décadas de conflicto, entre los primeros productos prohibidos que fueron legalizados estuvieron los cigarros.
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Bajo nuevas normas que se implementarán pronto, Estados Unidos facilitará que algunos de sus ciudadanos que viajen a Cuba puedan volver con alcohol y tabaco por un valor de 100 dólares.
Las restricciones podrían relajarse aún más con el tiempo. Sin embargo, embarques mayoristas a Estados Unidos requerirían que el Congreso de dicho país levante el embargo.
