La norma establece que “quien en los espacios o edificios públicos se cubra u oculte el rostro con ropa u otros objetos, de manera que no sea reconocible, está cometiendo una infracción”, punible con hasta 150 euros.
Además, visitantes que lleguen por un aeropuerto estarán obligados a descubrirse si quieren entrar al país.
La redacción se cuida de no usar palabras “burka”, “nicab” o “Islam”, pero su vinculación con el debate público sobre los inmigrantes musulmanes queda claro cuando se lee su objetivo: “impulsar la integración mediante el refuerzo de la coexistencia en la sociedad”.
Quien se niegue a acatar la nueva ley puede ser conducida a una comisaría para ser multada y obligada a quitarse el velo.
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La ley es vista por los musulmanes locales como algo simbólico, un intento del Gobierno de “dar una supuesta respuesta ante los miedos de la sociedad y mostrar que la política es capaz de actuar”.
Austria se une así a Francia, Holanda y Bélgica, así como zonas de Italia y Suiza, en la prohibición del embozo total.