“Ayudará a crear puentes para la comprensión cultural, el desarrollo de las comunidades, el incremento de la autonomía de las mujeres, la promoción de los jóvenes, el suministro de ayuda en caso de catástrofes naturales y la creación de un mundo más tolerante”, dijo en un comunicado.
El príncipe es uno de los constructores de la torre que será la más alta del mundo, con más de 1.000 metros.