Huida de Pinto “resolvió” la crisis diplomática entre Brasil y Bolivia

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La poco ortodoxa salida de Bolivia del senador Roger Pinto para recibir asilo en Brasil tras 454 días de vivir como refugiado en la Embajada brasileña en La Paz motivó reacciones públicas de disgusto de parte de Brasilia, pero resolvió la crisis diplomática que los tenía enfrentados.

LA PAZ (ANSA).La ligisladora boliviana Centa Rek, de la comisión de Relaciones Exteriores del Senado, declaró que la decisión de llevar en un coche diplomático a Pinto hasta la frontera “no puede haber sido una determinación aislada de un solo funcionario de la Embajada de Brasil” en La Paz.

Rek declaró a ANSA que, “en realidad, Brasil necesitaba cumplir con el asilo” frente a la negativa “absoluta” del Gobierno boliviano de concederle salvoconducto a Pinto.
Frente a esa “postura totalmente ilegítima”, dijo, al Gobierno de Brasil” no le quedó otro recurso que evacuar a Pinto por los medios que lo hizo”.

El gobierno de Evo Morales se negó a darle a Pinto un salvoconducto de salida alegando, desde mayo de 2012 –cuando se asiló en la Embajada brasileña en La Paz–, que no es un perseguido político.

Desde entonces, las relaciones diplomáticas entre ambos países se fue deteriorando paulatinamente, al punto de que la representación diplomática brasileña en La Paz quedó solo al nivel de encargado de negocios.

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No obstante, opositores y oficialistas coincidieron ayer en La Paz en que, pese a que se violaron normas diplomáticas, la “huida” de Pinto, con ayuda de la diplomacia brasileña, no afectará las relaciones entre ambos países cuyos gobiernos comulgan ideológicamente.

La odisea Pinto-Saboia

BRASILIA (AFP). La odisea del encargado de negocios brasileño Eduardo Saboia y el senador boliviano Roger Pinto, a quien ayudó a fugarse a Brasil, podría ser digna de una película de ficción.

“El caso parece una operación del Mossad (inteligencia israelí). Con este episodio se puede producir un gran guión y se puede llevar al cine”, dijo el analista David Fleischer, de la Universidad de Brasilia.

El senador había denunciado que funcionarios del gobierno de Evo Morales están involucrados en casos de corrupción y narcotráfico.

A su vez, Pinto fue procesado por mal uso de recursos públicos (algo de lo que han sido acusados todos los gobernadores opositores en Bolivia).

Saboia, que es partidario de la presidenta brasileña Dilma Rousseff, declaró que solo había una apariencia de negociación entre ambos gobiernos para solucionar el tema.

“Tengo correos electrónicos de personas (de la cancillería brasileña) que me dicen ‘mira, sabemos que se está fingiendo, ellos fingen que están negociando y nosotros fingimos que les creemos’”, comentó.

Los ministerios involucrados declararon que nunca supieron nada. Pero mientras la cancillería brasileña investiga a Saboia, él dice que tiene cómo defenderse. “Si me vienen encima, tengo elementos de sobra para defenderme y para acusar”, aseguró.

La fuga

Saboia dijo que notificó unas 600 veces a Itamaraty sobre el deterioro de la situación de Pinto, quien se albergaba en una habitación contigua a su despacho en la embajada.

Finalmente, se tomó la decisión de sacar a Pinto de esa situación. En un coche de la Embajada brasileña, escoltado por otro automóvil diplomático con militares brasileños, viajaron durante 22 horas, recorriendo 1.600 km, desde La Paz a Corumbá (Mato Grosso do Sul), en la frontera entre ambos países.

Saboia relata que fueron detenidos en el camino varias veces por policías bolivianos. La inmunidad diplomática hizo lo suyo.

No obstante, en una ocasión revisaron el automóvil durante una hora, con linterna y todo, pero no se atrevieron a pedir los documentos de Pinto.

“Nos topamos con nieve, hielo, frío. Pasamos de 4.600 metros de altitud. No paramos para nada. Solo llevaba unos plátanos y nueces para comer. El senador la pasó mal, vomitó”, contó.

En la última parte del recorrido por tierra, un católico Saboia y un evangelista Pinto sumaron rezos con biblia en mano, porque la gasolina se acababa.

Ya en Corumbá, Pinto tomó un avión privado a Brasilia, acompañado por Ricardo Ferraço, presidente de la comisión de Relaciones Exteriores del Senado y miembro de un partido de la coalición de gobierno de Rousseff.