Militantes del MST de Brasil ocupan sede del Ministerio de Agricultura

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Unos mil militantes del Movimiento de los Sin Tierra (MST) de Brasil ocuparon ayer la sede del Ministerio de Agricultura en una manifestación destinada a presionar al Gobierno para que acelere la reforma agraria y conceda créditos y asistencia técnica para los cultivos, indicaron líderes de la organización.

Los manifestantes aseguran que solo abandonarán el Ministerio, que ya está cercado por la policía, cuando altos funcionarios de la cartera los reciban para negociar sus reivindicaciones.

“Vinimos a defender una agricultura que garantice nuestra soberanía alimenticia y consideramos que para ello el primer paso es la reforma agraria, con una amplia democratización de las tierras”, afirmó Kelli Mafort, una de las dirigentes del MST.

La líder campesina agregó que la movilización tiene por objetivo “presionar al Gobierno para que la reforma agraria sea, finalmente, considerada prioritaria”.

También piden acceso a crédito, a asistencia técnica para sus cultivos y al programa del Gobierno que adquiere alimentos entre pequeños productores para distribuirlos en escuelas públicas.

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Según el MST, la ocupación del Ministerio forma parte de la Jornada Nacional de Luchas de las Mujeres Campesinas, una movilización puesta en marcha el mes pasado y protagonizada por cientos de militantes de organizaciones campesinas que ocuparon un terreno vecino al Instituto Nacional de Reforma Agraria en el que montaron un campamento.

El campamento de los militantes fue bautizado el miércoles como “Hugo Chávez”, en homenaje al fallecido presidente de Venezuela, que en varias visitas a Brasil tuvo contactos con los dirigentes del MST y siempre afirmó defender las reivindicaciones y la causa de los sintierra brasileños.

Según Mafort, las campesinas decidieron movilizarse para denunciar el modelo de desarrollo impulsado por el Gobierno y los grandes agricultores, que, en su opinión, perpetúa el latifundio, explota el trabajo esclavo, expulsa al trabajador del campo y no produce alimentos para la población brasileña.

“Las mujeres son las primeras a sufrir las consecuencias de ese modelo: falta de trabajo y exposición constante a agrotóxicos y venenos. Se trata de una forma de violencia contra la mujer campesina”, según la dirigente.