“Relleno de amor” es una campaña necesaria porque las estadísticas evidencian una aberrante realidad que nos llena de vergüenza.
A cada tanto en las redes se viralizan videos que se quedan para siempre en nuestra memoria, como una suerte de “archivo del horror”, como el del niño de 11 años al que su padre ató a un árbol para azotarlo con un arreador, en Caaguazú.
Pero si hablamos con números, la cosa se pone peor. Solamente el año pasado la Fiscalía abrió más de 5.000 causas por distintos hechos de violencia hacia niños, niñas y adolescentes, entre ellos 1.259 denuncias de maltrato y 2.608 denuncias de abuso sexual en niños. Entre enero y agosto de este año, los casos de abuso sexual ya suman 2.029 y no seguimos porque ni hace falta porque estos números ya son absolutamente espantosos.
¿Qué clase de sociedad trata con tanta crueldad a sus niños? ¿Qué clase de adultos serán estos niños maltratados, abusados, vejados?
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Estos resultados dejan en evidencia que estamos ante una sociedad enferma que necesita curarse.
Entonces, esta campaña se presenta desafiadora porque nos obliga a rever conceptos muy internalizados que tienen que ver con la creencia –errónea pero generalizada– de que los golpes educan.
El desafío es desmitificar esa convicción de que “le hace falta una buena paliza para que aprenda”, entre otras del tipo, visualizar los daños que esa cultura de violencia nos ha causado y trabajar por instalar el cambio desde la educación.
Tenemos que curarnos para curar. Nunca es tarde para cambiar, se puede y se debe hacer diferente.
Es necesario inculcar la práctica del buen trato en el seno familiar con el ejemplo, para fomentar una generación que crezca en un ambiente sano y propicio para su desarrollo integral.
Esta es la única forma de tener en el futuro personas libres de esa pesada carga de rabia, dolor y tristeza que les impulsa a la violencia ante cualquier contrariedad.
Tendremos así adultos capaces de discutir ideas y de ser padres de familias que de a poco irán reduciendo estos absurdos índices de violencia hacia los niños, niñas y adolescentes que hoy lamentablemente caracteriza nuestro país.
El símbolo
Teresa Martínez, ministra de la Niñez, explicó el motivo de la elección del oso de peluche como símbolo de la campaña: “El osito es una figura tierna. Todos, niños, niñas, adultos, adolescentes, cuando vemos un osito nos da ternura, y si vemos un osito lastimado, nos duele, nos lastima. Entonces, la visión del osito lastimado lo que busca es que borremos esos rastros de violencia. Borrar la violencia, los rastros de violencia que hubo en los niños y, por sobre, todas las cosas, evitar que esto ocurra”.
El mensaje de la campaña
“Estamos trabajando para borrar los rastros de violencia rellenando de mucho amor al osito. Amor, ternura, es lo que nuestros niños necesitan para desarrollarse adecuadamente. Sin eso, no lo vamos a lograr. Nosotros queremos que esta imagen del osito llegue a todos como lo que queremos que se transmita: ternura, amor, y borrar la violencia de todo el proceso de desarrollo de los niños, y eso empieza en la casa”, explicó la ministra de la Niñez, Teresa Martínez.
El objetivo
“Esta campaña busca instalar el buen trato hacia los niños y adolescentes desnaturalizando la violencia y protegiendo a todos porque todos somos responsables”, explicó la ministra Teresa Martínez. “Definitivamente, tenemos que erradicar la violencia como una pauta de crianza y de disciplina. Los golpes no educan, duelen. Ese cambio positivo de los procesos de crianza incorporando el buen trato en él es lo que estamos trabajando fuertemente, y esta campaña se suma a eso”, acotó la ministra.
17 son los Objetivos de Desarrollo Sostenible acordados en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aprobada el 25 de septiembre de 2015 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, suscrita por 193 Estados Miembros. El compromiso establece 169 metas destinadas a abordar los problemas sociales, económicos y ambientales que aquejan al mundo en el periodo 2015-2030. El objetivo 16 se centra en la promoción de sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, la provisión de acceso a la justicia para todos y la construcción de instituciones responsables y eficaces.
El Objetivo 16.2 dice: “Poner fin al maltrato, la explotación, la trata y todas las formas de violencia y tortura contra los niños”. Estos son los indicadores:
16.2.1 Proporción de niños de entre 1 y 17 años que han sufrido algún castigo físico o agresión psicológica a manos de sus cuidadores en el último mes.
16.2.2 Número de víctimas de la trata de personas por cada 100.000 habitantes, desglosado por sexo, edad y tipo de explotación. 16.2.3 Proporción de mujeres y hombres jóvenes de entre 18 y 29 años que sufrieron violencia sexual antes de cumplir los 18 años.
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