Desde tiempos inmemoriales y en todas las culturas, la música existe a la par del ser humano. Los investigadores van descubriendo cada vez más su poder curativo y muchos la consideran más potente que los fármacos; está comprobado que acelera la recuperación en ciertas enfermedades como el cáncer o la esclerosis múltiple, así como tras un accidente u operación. La música está presente desde el primer llanto del bebé al nacer. Desde niños vamos eligiendo nuestro estilo de música, cuando somos pequeños nos atraen las canciones más alegres y rítmicas, en la adolescencia las de moda, bailables, las que hablan de cambio, las que cuestionan; entrando en la madurez tendemos hacia temas más calmos, nostálgicos, reflexivos. “Aún en cada etapa, cada persona es diferente, nuestra predilección depende de lo que escuchemos con mayor frecuencia en casa o en el ambiente donde nos desenvolvemos”, inicia Marcelo Jiménez (31), Master en Música, con énfasis en viola, por la Lee University, Cleveland-Tennessee, EE. UU. Además, se ha formado en liderazgo e inteligencia emocional con reconocidos conferencistas y escritores como Juan Diego Gómez y John Maxwell.
-Quién no se ha sentido mal y busca aislarse y escuchar música…
La música tiene un gran efecto sobre el estado de ánimo, sea físico, mental o espiritual. Según sea el tipo de música o estilo, es el afecto que causa en la persona. Te doy dos ejemplos: la música clásica lenta puede transmitir calma, relajación, aliviar el estrés; mientras que la música electrónica o el rock nos dan energía para realizar actividades físicas, nos animan a ser más productivos.
-Hoy se la utiliza como terapia profesional, científica.
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Sí, hoy en día existe la musicoterapia, un campo que va en crecimiento para tratar depresión, estrés, falta de concentración, estimulación temprana en los niños. Para mí es una de las mejores medicinas. Los pacientes aprenden a tocar instrumentos musicales, eso los motiva, les da esperanza y satisfacción. Cantar en un coro ayuda a socializar, disfrutar en equipo, mejorar las relaciones con otras personas e incentivar la felicidad y el optimismo. Escuchar música desconecta de los problemas para dar lugar a una conexión con formas de vida más sanas y elevadas.
-Con tantos estilos y gustos, ¿a qué le llamamos buena música?
Buena música es simplemente la música que te hace bien, pasa por lo personal. También se llama buena música a la académica, intelectual, la música de los grandes compositores como Mozart y Beethoven. Sin embargo, sobre gustos no hay nada escrito. El reguetón y la cachaca pueden ser consideraros buenos (depende del contenido, el mensaje y el efecto que tengan en las personas). Cada uno juzga la música según su educación y formación cultura, su entorno.
-¿Cómo lidiar con las diferencias?
De acuerdo a la circunstancia, podés soportar lo que no te gusta o evitarlo a toda costa. Una cosa es cierta, el alto volumen perturba a las personas que no conviven con el alto volumen. Es fundamental educar y concienciar a las personas sobre la moderación de la música, esto también mejora la calidad de vida y estado de ánimo, la salud, las relaciones interpersonales. Evitar escuchar también música de contenido morboso que pueda perjudicar la sensibilidad de las personas.
-¿Qué propondrías para centros de compras y transporte público?
Volumen moderado, esto significa que los pasajeros puedan conversar sin tener que gritar. Segundo, música clásica, porque estimula el intelecto y es agradable para el oído. Tercero, música paraguaya para estimular el interés y el gusto por nuestra cultura. Cuarto, música y humor en guaraní, relatos, esto nos hace bien al alma, es nuestra identidad.
-¿Qué sugerís para las escuelas?
Implementar la música desde la edad más temprana hasta la universidad, tiene innumerables beneficios, sobre todo para los niños que tienen la capacidad de absorber mucho y rápido. Mejora la memoria, estimula el aprendizaje, mejora las habilidades rítmicas y motrices, agudiza el oído, mejora la actitud, la autoestima y los hace más despiertos.
-¿De dónde sale el poder curativo de la música?
De la misma esencia, la energía y la belleza que genera una melodía. Cada sonido, acorde, armonía que entra por los oídos genera una sensación en la mente, en el cuerpo. Puede llevarnos a las alturas de gozo inimaginables, a las lágrimas de desconsuelo y resignación, a sentimientos de calma y relajación. Para mí la música, en su sentido más profundo, es lo más cercano al poder de Dios.
-¿Cuál es tu experiencia con la música como fuente de salud?
Ser músico es una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. Me ha abierto la mente, me ha sanado de muchos males. Quizás esa es la razón por la que casi nunca me enfermo ni me deprimo, me veo alegre y jovial.
-Una frase que conceptualice la música como terapia, medicina o sanación.
Cuando hay música, la historia cambia.
