En la cima del Mangrullo

Un halo de misterio rodeó siempre al “Mangrullo”, la colina más alta de Asunción desde donde tiempo atrás se divisaba toda la ciudad. La Guerra contra la Triple Alianza convirtió la legendaria loma en cementerio, pero varios intendentes visionarios intervinieron para que hoy sea un espacio verde, el Parque Carlos A. López.

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Como un lugar “poco menos que montuoso, en medio de una topografía con salientes, montículos, o leve colina, desde la cual se tenía un amplio panorama de la vieja Asunción”, se calificaba al Mangrullo, uno de los siete alcores de la “Madre de Ciudades”.


Por mucho tiempo el sitio ha sido objeto de todo tipo de leyendas. No es para menos. Allí había un cementerio y de tanto en tanto, los cuidadores o vecinos del lugar encuentran uno que otro resto óseo, trozos de una cruz o clavos de un viejo ataúd.

La historia del Mangrullo está ligada a un momento infeliz de la historia paraguaya: la Guerra contra la Triple Alianza. Durante el sitio de Asunción por las tropas aliadas desde 1869 hasta el año 1876 las fuerzas del Ejército brasileño instalaron en el lugar un camposanto al que llamaron “Mangrullo”, por ser lo más similar a una atalaya o puesto de observación.


La ocupación de Asunción fue “un largo periodo infausto vivido por el pueblo exhausto, pero aún peleando en la selva estas autoridades de la alianza dispusieron la habilitación de una necrópolis acaso de manera improvisada en el lugar que recordamos”, señalan publicaciones periodísticas de antaño.
En su interior existía un oratorio donde se realizaban los oficios religiosos. Al Mangrullo iban a parar los restos mortales de gente humilde y sin recursos.


En un principio inhumar en ese lugar era provisional o poco frecuente, pero posteriormente se hizo hábito y todo el amplio predio, aunque realmente montuoso, se convirtió en un cementerio habilitado por las autoridades municipales de aquellos penosos años, agregan los datos recabados.


Sin embargo, en 1918 la Municipalidad dispuso la clausura y obligó a los deudos de los muertos que se hallaban en ese predio, retirarlos y trasladarlos en un tiempo prudencial. Posteriormente hacia el año 1931 la Intendencia adquirió otra tierra en la zona sur de la ciudad para habilitar un nuevo camposanto. Poco a poco fueron trasladados los restos humanos del Mangrullo hasta quedar limpio para destinarlo a otro fin.

El lugar fue amurallado con rejas por el intendente Bruno Guggiari, quien también dispuso se lo limpie adecuadamente para espacio recreativo. La antigua necrópolis fue convirtiéndose en un paseo con arborización, con avenidas y jardines. El desafío fue intervenir en la difícil topografía de la parte norte del predio que tenía grandes zanjones y un subsuelo de piedra que impedían igualar el terreno.


Surgieron como soluciones diferencias de nivelación, muros y escalinatas cuyos vestigios hasta hoy perduran, pero todavía deben ser rescatados.

Parque Carlos A. López

En virtud de las Ordenanzas N° 818 del 31 de agosto de 1918 y N° 820 del 10 de setiembre de 1918 se dispuso la clausura del Cementerio del Mangrullo y la apertura del Cementerio del Sur, respectivamente.
Estos dos hechos sucedieron durante la administración del intendente Albino Mernes Vallovera (1917-1920).
Luego, durante el gobierno del intendente Pedro Bruno Guggiari (1929-1933) se produjo el traslado total del camposanto, su clausura y la construcción del acceso sobre la hoy Avda. Carlos A. López.
Finalmente, por Ordenanza 2469 del 7 de junio de 1935, durante la gestión del intendente Gustavo Crovato (1933-1936) se decidió denominar con el nombre de “Carlos A. López” al nuevo parque.

Fotos: Juan Andrés Cristaldo y gentileza de la Familia Guggiari Masi.

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