Gracias a los trasplantes, Jesús y Liz llevan una vida normal

Donar órganos es salvar vidas. Para interiorizarnos de la evolución de dos niños trasplantados del corazón en el Paraguay, visitamos a Jesús Ariel Leiva, de 9 años, a 4 meses de su cirugía; y a Liz Ávalos, de 9, a 1 año y 7 meses de recibir un nuevo corazón. Ellos manifestaron que llevan una vida normal. Otro denominador común de ambas familias es la carencia económica, por lo que reciben el apoyo constante de la ciudadanía. Doña Rufina, abuela de Liz, necesita ayuda de un abogado.

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Al llegar a la casa de doña Rufina Sosa (61), abuela de Liz, quien fue trasplantada hace 1 años siete meses, manifestó que se siente feliz porque su nieta está muy bien de salud. Va al segundo grado por la tarde y es una excelente alumna. Y le acompaña su hermano Marco Antonio Ávalos de 11 años.

La abuela indicó que ella acompaña a la escuela a la niña para darle de tomar sus remedios, cada hora.

“Liz está muy bien. Vamos al Hospital Pediátrico Acosta Ñu, cada 15 días, para su control. Le cuido mucho la alimentación. Lleva una vida completamente normal, gracias a Dios”, resaltó.

Agregó que está preocupada porque no puede salir a ningún lugar para realizar gestiones. Por eso hasta la fecha no ha podido hacer los trámites para hacer la trasferencia de la casa a su nombre en la Senavitat, por lo que necesita un abogado que se solidarice con su situación.

“Me dieron un plazo de un año, ocho meses y ya se está cumpliendo. No sé qué hacer, porque no tengo tiempo ni la preparación para poder llenar los formularios y hacer los trámites. Necesito una ayuda urgente. No quiero que Liz pierda su casa, no tenemos adónde ir”, insistió Rufina Sosa y dijo que un juez que perdió a su hijo les ayuda económicamente para solventar los gastos de la manutención de Liz y su hermano. Además los padres de los niños, que también son de muy escasos recursos, los visitan y les dan un poco de dinero.

“La alimentación de Liz tiene que ser sana, leche descremada, muchas frutas y verduras. Yo hago lo que puedo, pero a veces es muy difícil porque dependemos de la caridad de la gente que nos dona algo”, significó.

Fanática cerrista

Liz Marlene Ávalos dijo estar muy contenta por su nuevo corazón porque gracias a eso puede ir a la escuela y recibir el cariño de mucha gente como el jugador de fútbol de Cerro Porteño, Víctor Hugo Mareco.

“Mi corazón es olimpista (ya su donante era fanático de ese club) y todo mi cuerpo es de Cerro”, dijo sonriente, al tiempo de subir a la bicicleta que tiene un solo pedal y pasear por el patio de su casa.

Nos dijo que van a seguir necesitando ayuda para comprar una heladera, un ropero, una licuadora, calzados y ropas para ella y su hermano. Además anhela tener una computadora y que la abuela Rufina no trabaja porque debe atenderles.

Seguidamente nos mostró orgullosa sus libreta de calificaciones con término medio cinco absoluto y una distinción de mejor alumna del primer grado, del año pasado.

Vivienda

Liz Ávalos recibió como regalo de cumpleaños, el año pasado, la subvención para comprar la casa donde actualmente vive y que queda cerca del Hospital Pediátrico, en San Lorenzo.

La entrega del certificado de subsidio tuvo lugar en la sede de la Senavitat. Doña Rufina fue la beneficiaria de la entrega porque Liz está bajo la tutela de la abuela desde que nació, tal como su hermano Marcos, a quienes mantenía vendiendo remedios yuyo, en Villarrica.

Liz fue trasplantada en setiembre de 2012 y es oriunda de la ciudad de Villarrica. Considerando que la niña necesita de constantes y periódicos controles, debió mudarse a la capital del país, tras la delicada intervención quirúrgica de la que fue objeto el 19 de setiembre de 2012.

El subsidio que recibió corresponde al Programa Fonavis de la modalidad compra de vivienda para el nivel 4, por un total de G. 63.012.816 (sesenta y tres millones doce mil ochocientos dieciséis guaraníes).

“Todas las noches rezo por la chica de 21 años de Horqueta (Concepción) que murió accidentada y que le donó el corazón a Liz. Estoy tan agradecida a los familiares por el regalo tan grande que le dio a mi nieta Liz. Solo Dios podrá pagarles a los familiares la decisión tan importante que realizaron al donar el órgano de su ser querido. Ahora Liz es una niña normal, como todos, corre, juega, vive feliz, gracias al trasplante”, resaltó la abuela.

Quienes quieran ayudar a la familia pueden dirigirse al barrio Santa Librada, Reducto, San Lorenzo. También se puede llamar al teléfono de Rufina Sosa, al número (0982) 372 241.

Un nuevo corazón

“Estoy muy agradecido con los familiares de mi donante. Ellos me trajeron un recuerdo que yo valoro mucho”, nos dijo Jesús Ariel Leiva (9), trasplantado del corazón el 26 de noviembre del año pasado, en el Hospital General Pediátrico “Niños de Acosta Ñu”.

Añadió que su madre le cuida mucho y está feliz con su nueva casa en Limpio porque tiene un patio donde juega con sus hermanos.

Realizamos la entrevista en Trinidad, en la casa de su abuela, hasta donde llegó a visitar a su nuevo primito, recién nacido.

La madre del niño, Elena Rojas, explicó que la Secretaría Nacional de la Vivienda y el Hábitat (Senavitat) les entregó la casa hace seis meses. Tiene tres dormitorios, una sala, cocina, comedor y tiene muchos árboles.

“Estamos contentos en el lugar. Jesús evoluciona muy bien de su cirugía, porque le estoy cuidando mucho. Por eso dejé de trabajar en la costura y su papá nos mantiene. Los dos años de cuidados son fundamentales después de su cirugía, según me indicaron los médicos”, apuntó.

“Estoy feliz por la recuperación casi milagrosa de mi hijo, quien se prepara para andar en bicicleta y jugar al fútbol, aunque solo de manera recreativa. Va al tercer grado, a distancia, porque la institución educativa está en construcción, y falta como dos meses para terminar.

Jesús pudo salvarse gracias al corazón artificial que se le instaló de modo que su corazoncito pudiera aguantar hasta que apareciera un donante. Luego, fue intervenido el 26 de noviembre del 2013, gracias a los familiares del donante que hizo posible el gran acto de amor. “Dios escuchó mis ruegos. Mi hijo renació con un nuevo corazón. No perdí la fe en ningún momento”, dijo Elena Rojas.

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