Una docente de alma, paraguaya por adopción

“Amo el Paraguay igual que mi difunto padre”, dice la soprano Svetlana Evreinoff (75). Una mujer de mundo que habla varios idiomas; de ascendencia rusa, nació en China y tras deambular por campos de refugiados llegó a Paraguay a los diez años. Se formó en el arte en Estados Unidos, dejó el escenario, pero sigue enseñando en su casa de Roque Alonso, en las cercanías del Puente Remanso.

/pf/resources/images/abc-placeholder.png?d=2059

Cargando...

“Esta casita es mi mundo, con mis partituras, mis libros y discos. Es mi mundo donde me refugio, con mis gatos, mis perros y mis recuerdos de la niñez”, nos dijo Svetlana Evreinoff, al recibirnos en su casa ubicada en las cercanías del Puente Remanso.

“Estoy viva y con muchos proyectos. Sigo enseñando canto, a mis alumnos particulares”, expresó durante la entrevista la destacada soprano, más conocida como “Lala”, y lamentó que en la redes sociales la hayan dado por muerta en tres ocasiones. Cuando eso ocurrió, recibió llamadas telefónicas de exalumnos que están triunfando en varios países.

Es más, dice, está más viva que nunca. Con muchas ganas de seguir sembrando el arte en el espíritu de jóvenes promesas paraguayas. Y le emociona crear, construir y sentirse útil.

“Amo el Paraguay y mi deseo es que sus gobernantes sean menos corruptos, que sean disciplinados, perseverantes y honestos para los emprendimientos nacionales. Deseo que haya más patriotas que quieran al Paraguay”, resaltó.

La soprano manifestó su deseo de que el paraguayo también ame la música, las artes en general, además de la naturaleza y no solo el fútbol.

En un recorrido por el patio de su residencia, que está lleno de plantas diversas, que atemperan los días de sofocante calor, compartió con nuestro diario un hecho que la lastimó, humilló y ofendió mucho: “Tanto amor, esfuerzo y dinero puse para la habilitación de un proyecto de bien cultural y nadie supo valorarlo”, manifestó.

Rememoró que inauguró una biblioteca muy surtida de libros, CD y DVD, con más 1.000 ejemplares de textos. La mayoría relacionados con la música. Fue en el centro educativo de Roque Alonso, y no fue apreciado. Nadie se interesó por el espacio cultural. Por eso, tuvo que retirar los textos del colegio y donó las tres cuartas partes al tenor e hijo dilecto de Roque Alonso, que está estudiando en el Conservatorio de París, Juan José Medina. La otra parte la donó a otro alumno necesitado.

Vejez

La artista sostiene que hay que saber envejecer con gracia y disfrutar al máximo las diferentes etapas de la vida. Trabajó 25 años en Estados Unidos y regresó al Paraguay porque al igual que su difunto padre, ama esta tierra. Se mantiene económicamente de lo que percibe como jubilación de los Estados Unidos.

Dijo que formó más de 500 alumnos que están esparcidos por todo el mundo. “El escenario fue todo en mi vida, pero hay que darle paso a la gente joven”, insistió y aclaró que imparte clases particulares y ya no enseña en el conservatorio.

“La mejor paga que recibí en la vida, son las glorias de mis alumnos”, asegura y agrega que educó a 32 niños adoptivos, que actualmente viven en el extranjero y ya formaron familia. Y ellos la vienen a visitar de tanto en tanto.

Recordó que su padre tardó cinco años en obtener la naturalización paraguaya, y dijo emocionado ese día: ¡Por fin tengo una patria!”

Recordó que llegaron al Paraguay el 19 de diciembre de 1949. La primera Navidad la pasaron con su familia en Carmen del Paraná. Y como no tenían lucecitas navideñas, ella se ingenió y atrapó varias luciérnagas que envolvió en papel celofán.

“Fue algo muy creativo. Tuve una niñez con mucha inocencia y felicidad. Recuerdo que solamente nos daban tres dólares por familia las Naciones Unidas, para poder mantenernos”, recordó.

Su historia es exótica: nació en Kharbin Manchuria, China, el 12 de julio de 1938. Desde muy joven desempeñó múltiples actividades como periodista y locutora de la Escuela Panamericana de Periodismo en Washington, Estados Unidos, y fue locutora de Radio Nacional del Paraguay entre 1953 y 1964. Se recibió de abogada en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Asunción en 1964.

“Lala” Evreinoff tiene más de cuatro décadas de trayectoria en el escenario y en la docencia. Tiene nueve discos grabados, varios de ópera y canciones líricas.

A los tres años comenzó a estudiar piano. Pero al terminar Derecho en la facultad, a los 25 años, fue a los Estados Unidos, donde empezó a estudiar el canto formalmente. Se graduó como máster en canto en 1990 en el Mannes College of Music de New York.

Indicó que para sus primeras canciones seguía a Lily Pons, una soprano lírica francesa, cuya voz era parecida a la suya y que interpretaba “Estrellita” y los valses de Strauss: Voces de Primavera y el Danubio Azul.

Svetlana cantó con Pavarotti. Conoció también a Plácido Domingo, pero una experiencia inolvidable fue la que tuvo con el ruso Nicolai Gedda. Era el más grande para los rusos, como si fuera un dios. “El me dijo que llegar a cantar ‘El Ruiseñor’ del ruso Alabiev, era solo de profesionales ya formados”, rememoró.

Penurias

Lala resaltó que es rusa de sangre, pero nunca conoció ese país. Nació en China. Porque cuando se dio la Revolución bolchevique, mucha gente escapó del comunismo hacia Europa. Otros rusos blancos, como sus abuelos, llevaron a sus hijos (sus padres) cuando apenas tenían entre 8 y 9 años a la frontera con China, en la Manchuria, a un pueblo llamado Kharbin.

Allí formaron una colonia rusa, donde los mismos chinos hablaban ruso. Ella nació allí el 12 de julio de 1938 y cuando tenía dos meses de vida la llevaron a Tientsing, en China continental, porque su padre fue contratado como gerente de una compañía. La tuvieron allí hasta los 8 años, porque luego vino la revolución comunista y tuvieron que deambular por el mundo.

Así estuvieron en las Filipinas, en una base naval norteamericana abandonada bajo carpas con iguanas, serpientes y monos. Tenían la protección de las Naciones Unidas como refugiados. Pasaron por otros campos de refugiados, hasta que contactaron con varias misiones entre las que estaba Paraguay. Su padre se llamaba Nicolás Vladimirovich Evreinoff. Su apellido es de origen judío y viene del siglo IX.

“Mi padre era un idealista con los pies bien plantados en la tierra y con lo poco que sabía de este país, lo eligió para nuestro destino. Una de las razones fue que Paraguay nunca tuvo relación con el bloque soviético. Yo tenía diez años cuando llegamos en diciembre de 1949 a Carmen del Paraná, a un lugar conocido como Apereá”, apuntó, y añadió que un avión les bajó en medio de un campo vacío con dos barracas de madera, una para las familias y otra para los solteros.

Lala resaltó que como su papá era un líder, al poco tiempo les trajo a Asunción y así empezaron una nueva vida en el Paraguay. Ella estudió en el Colegio Teresiano, y luego el Internacional.

Su padre cumplió la promesa con el Gobierno, pues, pese a ser ingeniero, él vino como agricultor. “Muchos de los inmigrantes escaparon hacia la Argentina porque no estaban dispuestos a talar los árboles y cultivar. Pero mi padre se puso al frente de un tractor y cumplió dos años de la promesa al Gobierno sembrando maíz en San José de los Arroyos. Luego compró un camión para ir a Caaguazú; no había ruta y si llovía se estancaban por días”, manifestó.

Como su padre hablaba varios idiomas, unos japoneses le ofrecieron un puesto en la compañía de Importación y Exportación Toyomenka, del que primero fue agente y luego presidente para Sudamérica. Estaba trabajando para la usina eléctrica de Encarnación cuando murió de repente, el 28 de noviembre de 1961. Lala se quedó sola con su mamá, porque es hija única.

Su madre se llamaba Ludmila Sekisos, médica recibida en Kharbin, y trabajó 16 años gratis en la Misión de Amistad. Luego de fallecer su padre, fueron a los Estados Unidos las dos. Su abuela materna era norteamericana y había dejado parientes allá. Eso les facilitó la documentación y se quedaron a vivir allá 25 años. Su mamá falleció en Nueva York en 1982.

Y en mayo de 1987, Lala volvió a Paraguay, esta vez sola, porque –según afirmó– este es su país por adopción, porque aquí fue muy feliz con sus padres.

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...