El sueño, el ideal de todas las madres y de todos los padres es que sus hijas e hijos crezcan sanos y felices desarrollando al máximo nivel todas sus potencialidades en todas sus dimensiones: en la biológica corporal, en la psicológica con sus ámbitos, cognitivo, afectivo y operativo (poder y saber accionar), la dimensión social y la dimensión espiritual.
Desean que a medida que crecen con el correr de los años puedan asumir responsabilidades en el ejercicio de la libertad con progresiva autonomía, valiéndose por sí mismos, para su propio bien y como buenos ciudadanos contribuir al Bien Común.
La preocupación por el desarrollo humano ha trascendido los escenarios familiares y pedagógicos para saltar a los escenarios científicos de más prestigio del mundo científico, como lo testimonian exponentes excepcionales como “Singularity”, el Transhumanismo, Humanity Plus o exploradores de la “Historia del mañana” como Yuval Noah Harari y sus Homo Sapiens y Homo Deus, que demuestran ansiosa preocupación por la brecha entre lo que la ciencia aporta y los educadores ofrecen para los ciudadanos que vivirán el futuro inmediato.
Los países de vanguardia explican al mundo por qué están donde están y demuestran que gracias a las grandes inversiones en el desarrollo humano, mediante la educación de calidad, producen conocimientos con resultados científicos, tecnológicos, sociológicos y de humanidades con éxitos económicos y sociales históricos como lo reflejan su renta per cápita. Es más, países como los tigres de Asia que sumidos en pobreza cuartomundista han saltado a la punta de países ricos gracias al desarrollo humano por sus extraordinarias y permanentes inversiones en educación.
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Nuestros jóvenes estudiantes asociados e independientes se movilizan para reclamar lo justo y razonable, algo de lo mucho necesario, propuesto por la UNESCO, recomendado por los países con éxito, exigido en justicia y por el sentido común y lamentable e injustamente recibieron por parte de los ministros y viceministros de los ministerios implicados una triste respuesta inoperante y preocupante.
Es increíble que a pesar de que es evidente que no hay posibilidad de desarrollo alguno sin desarrollo humano, a pesar de que sabemos todos que no hay desarrollo humano sin educación de calidad, a pesar de que todas las familias y toda la ciudadanía exigen educación de calidad para el óptimo desarrollo humano, a pesar de que el desarrollo y éxito de los países está en el desarrollo humano, a pesar de que los países que salieron de la pobreza y están en vanguardia lo lograron por la educación y el desarrollo humano, a pesar de que estamos en las puertas de un nuevo humanismo que demanda otra educación, a pesar de que los jóvenes que representan un sector importante del 56% de la población del país que tienen menos de treinta años, a pesar de todos los pesares, nuestros gobernantes y parlamentarios se mantienen tercamente en no financiar prioritariamente la educación y tercamente mantenerse en financiarla con la mitad del mínimo necesario para sostener el sistema educativo.
Los jueves de estas dos últimas semanas pasadas, la senadora Dra. Blanca Ovelar ha presentado sendos informes dramáticos sobre el latrocinio de los fondos del FONACIDE destinados a educación, por parte de gobernadores e intendentes y la incomprensible y pertinaz impunidad. No les importa a políticos con poder y gobernantes que los escolares no coman, que haya miles de escuelas arruinadas, que carezcan de laboratorios, de bibliotecas y tecnología, que el mobiliario sea inadecuado, no importa que la formación de los docentes sea peligrosamente deficiente. Algunos ciudadanos dicen que hay políticos y gobernantes que prefieren un pueblo marginado, ignorante y subdesarrollado. ¿Será verdad?
El estado de la educación del país, en el sistema educativo y los procesos es muy grave y lo que preocupa es que el horizonte actual no avizora ninguna solución, porque entre los responsables de sacar a la educación de sus enfermedades hay pocos doctores en ciencias de la educación y/o con experiencia notable en la profesión y hay demasiados incompetentes.
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