¿Quién representa a los contribuyentes?

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Los recientes hechos en la comuna de la capital muestran la descomposición institucional a la que han caído los órganos de representación popular, en este caso la Intendencia como la Junta Municipal. Por acción u omisión culposa, dolosa o imprudente, la nota dominante es la misma.

La ahora famosa “caja paralela” en el municipio de la capital es testimonio de que los contribuyentes son usados y abusados por sus representantes. En lo más mínimo las calles, plazas, parques y la recolección de basuras forman parte de servicios de contraprestación a lo que se puede agregar que para cumplir con los “salarios” (gastos corrientes) de fin de año solo bastó con emitir bonos a cargo de los contribuyentes.

Sin embargo, el tema relevante es otro. El problema aquí es la representación. Los que se ufanan de servir a la gente se han constituido en una nueva clase, una suerte de nueva monarquía, tan detestable, ineficiente y corrupta como las de antaño. No debería sorprendernos entonces que la misma política se haya convertido en un espacio de poder al que ingresan los peores al ruedo político.

Estamos deslizándonos hacia una democracia caracterizada por los obsecuentes en la que campean el populismo y la demagogia, donde todo se puede conseguir con tal de contar con el número suficiente de votos; las mayorías que a tambor batiente son capaces de permear a su antojo el presupuesto público para que otros se encarguen de pagar con su dinero y trabajo lo que aquella “mayoría” decidió “democráticamente”.

La verdad es que ese tipo de democracia no es tal, al menos en su verdadera acepción entendida como la liberal y republicana. Desde luego que a la nueva clase le conviene seguir viviendo a costa de los demás, siendo esta forma de pensar y hacer un retroceso que no es gratis.

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En el pasado fue reprochable que la muchedumbre exaltada en las plazas hiciera suyo el poder del gobierno para violar los derechos de los demás, en la actualidad no es diferente a lo que se hace en las municipalidades de nuestro país cuando los verdaderos dueños del dinero que aportan no reciben ni contraprestación ni rendición de cuentas por sus eventuales administradores.

Esta equivocada manera de hacer valer la representación popular es la de una sociedad del privilegio, que está, igualmente, construyendo lenta pero sin contratiempos ni oposición una nueva forma de autoritarismo, esto es, todo aquel que se oponga a la nueva clase de políticos y burócratas terminará siendo el enemigo del sistema y, por tanto, radiado y vilipendiado, lo más parecido a lo que ocurría en la dictadura. Y de esto mucha culpa la tienen los partidos políticos que no han sabido contrarrestar el populismo, sino que alientan la mediocridad porque saben que es la mejor forma de mantener el status quo dominante para así consolidar a la nueva clase.

Lo que se ve en la comuna de Asunción es apenas una muestra de lo que también sucede en otras municipalidades, puesto que es cuestión de visitar cualquier ciudad para constatar el grado de calidad de los servicios hacia los contribuyentes.

Las “roscas” se han apoderado de los órganos de representación ciudadana y, todavía más, como la lealtad hacia el mantenimiento de los privilegios es la nota dominante, pues el resultado seguirá siendo el mismo como ahora, y peor. El resultado es la mediocridad de los peores que viven a costas de los contribuyentes que, por cierto, empezarán a formar filas desde los primeros días del nuevo año para cumplir con la “nueva clase” que gozosos les estarán esperando. Entonces, ¿quién representa a esos contribuyentes?

(*) Decano de Currículum UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”; “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República.

vzpavon@yahoo.com