Investigación y ciencia

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Días pasados se nombró al nuevo titular del Consejo Nacional de Investigación, Ciencia y Tecnología (Conacyt), lo que motivó varios comentarios, polémicas y discusiones. Especialmente personas vinculadas al sector de las ciencias dijeron que el mencionado organismo necesita al frente un científico o investigador de relevancia que pueda cumplir con esa importante misión y que el recién designado no reunía el adecuado perfil por tratarse de un empresario conocido y no precisamente un investigador renombrado.

Si nos ponemos a reflexionar seriamente llegamos siempre a la misma conclusión. Nuestra educación es muy deficiente a todos los niveles: Escolar básica, media y universitaria. Ya en los primeros años, el maestro debe inculcar el amor a la investigación, ciencia y tecnología. No se trata solamente de manejar computadoras, teléfonos celulares o tablets. Sabemos que los pequeñitos son muy hábiles en ese sentido, porque ya nacieron en el mundo digital. El universo de los conocimientos es inmenso e infinito. La fauna, la flora, la ecología, los alimentos, la salud, las enfermedades, los avances de la medicina, ingeniería, genética y tecnologías. No puede ser que a un chico de cuarto grado le enseñen a hacer crochet o cajitas de regalos en clases de tecnologías cuando el mundo ya se encuentra en la era de las neurociencias. A propósito, todavía no hay una asignatura que se denomine “neurociencias”, rama que está revolucionando absolutamente todo en cuanto a inteligencia, memoria y creatividad se refiere. Estamos a años luz de estos descubrimientos porque a poca gente le interesan. Colegios y universidades tampoco cuentan con grandes laboratorios para realizar estudios profundos. Cuando asumió la flamante rectora de la Universidad Nacional, doctora Zully Vera, prometió fomentar el campo de las investigaciones y esperamos que pueda cumplir con ese objetivo.

El tema de las hierbas medicinales en el Paraguay es otro punto importante. Nuestra riqueza, en este sentido, es extraordinaria. Cuidar y valorar esa medicina autóctona es primordial. Y ni qué decir atender la salud de la población en cuanto a la nutrición correcta. Y aquí nos enfrentamos a otra situación que pocos toman en cuenta: muchos compatriotas mueren de cáncer por el uso de los venenos en los sojales que se fumigan con sustancias tóxicas poderosas y también hay que investigar los daños ocasionados por los transgénicos, cuyas semillas son modificadas en sus ADN en laboratorios. No creo que lo que Dios y la naturaleza nos regalaron tengamos que degenerarlos.

Defender nuestros recursos naturales es un imperativo. Ahora que se habla mucho de Itaipú y Yacyretá, hidroeléctricas que tienen que sacarnos del atraso y la ignorancia y llevarnos a ser primeros en el mundo como Suecia o Finlandia. Somos un país riquísimo y bendecido, pero nuestro infortunio es tener autoridades voraces y corruptas que no piensan en el país, sino solo en sus bolsillos y enriquecerse más cada día a costa de un pueblo ignorante, dormido y cobarde.

Por eso hay que usar bien el dinero de FONACIDE y los royalties. Tenemos que formarnos y educarnos. Exigir que los chicos tengan oportunidad de investigar las ciencias, el arte, la filosofía. En las aulas están los cambios y las revoluciones políticas y sociales. Y de nosotros depende salir de este atraso en que los políticos nos tienen desde hace décadas.

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