Por esta y otras razones en varios países ya no se discute el mantenimiento de zoológicos. Sencillamente se prescindieron de ellos y los animales regresaron al sitio de donde nunca debían haber salido. Se los somete a un largo proceso de reeducación para que pudiesen valerse por sí mismos luego de años de vivir, de agonizar, encerrados entre barrotes. Es un acto cruel matar su libertad a los animales, y deleitarse con ello.
La supuesta función educativa del Zoológico es un espantoso engaño. ¿Qué aprende un adulto, o un niño, mirando embobado la jaula, por caso, de un león o un elefante? Esto sin contar a los más brutos que se complacen en lastimar a los animales arrojándoles objetos peligrosos o alimentos prohibidos.
Cómodamente sentados frente al televisor, viendo Animal Planet –de los muchos programas similares– se sabe mucho más acerca de cualquier especie animal que no se encuentra en los parques zoológicos.
En su presentación, el concejal Segovia expresa que en el mundo se debate, hace unas décadas, sobre la supresión, o no, del cautiverio de animales para el entretenimiento de las personas. Recuerda que hay zoológicos virtuales como alternativa para permitir la observación de animales y la educación sobre los mismos, supliendo la necesidad educativa de los zoológicos físicos. Pide, igualmente, que no se realicen gestiones para conseguir un nuevo ejemplar de elefante. Maia tenía 46 años de edad cuando murió en estos días. Los elefantes tienen una vida promedio de 70 años. Los estudiosos saben que el cautiverio acorta la existencia de los animales que caen, con sobrada frecuencia, en profundas depresiones independientemente de cómo se los trata, cómo se los alimenta. Si por ahí el trato es malo, y la comida, peor, mueren más pronto luego de atroces sufrimientos. Se sabe, también, que muchos se suicidan negándose a comer. Es su protesta desesperada por vivir en libertad.
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Ignoro cómo habrá vivido Maia en nuestro parque zoológico. Aunque disfrutara de un buen cuidado –si se puede disfrutar en cautiverio– murió relativamente joven. De aquí la importancia de atender el pedido del concejal Segovia y no gestionar la venida de más elefantes, ni de ningún otro animal, para encerrarlos y exponerlos a la desconsideración –nunca a la admiración– de personas que por su comportamiento animal son las que merecen estar enjauladas.
Sería bueno que la propuesta del concejal Segovia se tuviese en cuenta y pronto la ciudadanía pueda debatir sobre un tema que va desapareciendo de las discusiones públicas por la sencilla razón de que cada vez más desaparecen los zoológicos. Sus antiguos ocupantes regresaron a su hábitat natural con la seguridad de que sus derechos –sí, sus derechos– serán respetados bajo el estricto cumplimiento de leyes modernas y profundamente humanas.
Terminemos con las penalidades de los animales y convirtamos el Botánico en un parque de flores del que carece nuestra ciudad. Extrañamente, Asunción, que debería adornarse de flores, es un total desierto que llama la atención a cualquiera que haya viajado a otros países. No hay una sola plaza que luzca un jardín.
Será más económico para los contribuyentes que haya flores en los espacios públicos que sufridos animales en el zoológico.
alcibiades@abc.com.py