Intentando cicatrizar heridas con billetes

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La llamativa insistencia de conocidos dirigentes del Partido Colorado para que Mario Abdo Benítez y Horacio Cartes sellen el “abrazo republicano” como condición sine qua non para que la (presunta) unidad colorada sea realidad y puedan ganar las elecciones en la mayoría de los municipios del país solo puede tener una motivación económica.

El abrazo republicano tiene una larga historia en la política vernácula, especialmente en épocas electorales, que de eso se trata: de dejar las diferencias por el breve tiempo de las elecciones como estrategia para capturar el poder local o nacional.

Pasadas las elecciones, podían abrirse de nuevo las disputas y las heridas y hasta los colorados podían matarse entre si, como literalmente ocurrió en 1999, luego del abrazo republicano de 1998 entre Luis María Argaña y Raúl Cubas Grau (en nombre de Lino Oviedo).

En el escenario actual, previo a las internas municipales (o primarias, como se dice en otros lares), en realidad no se entiende muy bien para qué hace falta que Abdo Benítez y Cartes se fundan en un emotivo abrazo, que a nadie además va a convencer en cuanto a que existe algún grado de aprecio entre ambos.

Para impulsar el consenso dentro del partido, bastaría con que los dirigentes colorados locales lleguen a acuerdos puntuales, pactos de no agresión momentáneos o lo que sea para hacer creer que están unidos y que tiran para el mismo lado.

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Quienes más insisten en el abrazo son tres viejos conocidos: los senadores Juan Carlos Galaverna, Silvio Ovelar y Enrique Bacchetta quienes, a esta altura de sus carreras políticas, no se dejarían llevar por sentimientos etéreos, sino por cuestiones mucho más concretas y prácticas.

Analizando la cuestión, es obvio que a quien menos le conviene una foto del mentado abrazo es al actual presidente Mario Abdo Benítez.

Sería abrazarse con alguien que está sospechado, entre otras varias cosas, de cuestiones turbias con su “hermano del alma” Darío Messer. Además mandaría al diablo la imagen que construyó en abierto antagonismo con el expresidente Cartes, al que alguna vez tildó veladamente de contrabandista.

El hecho de que los tres senadores, particularmente Galaverna, insistan públicamente con que se de el abrazo, pese a ser notorio que Abdo Benítez no quiere saber nada de ello, da a pensar sobre por qué exponen así la figura presidencial. Suena un tanto a ruptura interna.

No es descabellado creer que, en realidad, el abrazo es una exigencia y condición del expresidente Cartes para “largar” plata a los candidatos colorados en las municipales. Esto también explicaría el llamado al consenso que se busca en varios distritos, que evitaría la disputa electoral interna, con el consiguiente ahorro de dinero.

Es posible pensar también que todo esto no es más que una operación política pseudoteatral para que el mandatario salga después a decir que aceptará el abrazo con HC “ante el clamor de la dirigencia y las bases coloradas”. Pero eso sería creer que Abdo Benítez y su entorno consideran que la ciudadanía y la prensa son tontos de solemnidad y no se da cuenta de nada.

Como sea, este asunto también deja al descubierto la inseguridad y la incertidumbre que se cierne ahora sobre los colorados en cuanto a sus chances electorales para las municipales de fin de año. No debieran preocuparse tanto, teniendo en cuenta que los partidos de oposición están también bastante lejos de dar una imagen de consenso, concordia y unidad.

Finalmente, si consiguen su anhelada unidad, en estas condiciones, tal vez solo les sirva para la foto ya que, por los antecedentes lejanos y cercanos que existen, difícilmente sea creíble para la mayoría de la gente.

mcaceres@abc.com.py