Punto para la ciencia

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La pandemia del covid-19 ha sacado lo mejor y lo peor de nosotros. Lo mejor, la creatividad para pasar las horas y construir momentos con los seres a los que a veces no dedicamos el tiempo suficiente. Lo peor, bueno, cada quien sabe qué y sobre todo cómo manejan esas cuestiones propias de la convivencia obligada 24/7.

A nivel gubernamental, la cosa no es distinta, especialmente en la parte de “lo peor”. Hemos notado eso en la tarde del último viernes en pleno Palacio de López con un gabinete atrincherado en dos bandos. Cada cual, por hacer prevalecer su idea de flexibilizar o no la restricción total de circulación durante la cuarentena por coronavirus que, en teoría, debía levantarse hoy a las 00:00, pero que se extiende hasta el 12 de abril, Domingo de Pascua.

Una desordenada conferencia de prensa que ni el Mandrake de las comunicaciones institucionales podría solucionar con semejantes portavoces, rostros adustos y algún que otro berrinche, arrojaron primeramente confusión.

Minutos después, el presidente Mario Abdo Benítez dio un preludio de la que sería al día siguiente su decisión final: hacerle caso a la ciencia de la salud y dejar de lado las presiones político-económicas que, bajo el peligro de contagio masivo, quería reactivar la economía a como diera lugar.

Punto para el capitán Julio Mazzoleni, ministro de Salud, y Mario Abdo. La imagen de ayer a la mañana, en la tranquilidad de pensamiento, era contundente: cuatro personas sentadas a la mesa, todas jóvenes pero firmes: “Marito”, el “capitán”, Hernán Huttemann y Federico González, enfrentando las consecuencias de la decisión que ciertamente impactará en la economía y en los bolsillos de los ciudadanos.

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No es que los empresarios y entendidos de economía no tengan razón, pero en este caso vale más la vida. A ninguno de nosotros conviene una eventual calamidad sanitaria.

“Cuando los elefantes se pelean, es la hierba que pisan la que sufre”, reza un dicho africano que bien podemos aplicar a esta situación. Concentrémonos en la hierba, que los elefantes de por sí ya son enormes y bien gorditos.

La hierba son los trabajadores informales, los que se ganan su “por día” con oficios tan diversos como creativos. Tratemos de ayudar desde donde estamos a quienes tenemos cerca consumiendo sus productos, resistiendo todos juntos.

Es dura la incertidumbre, pero lo será aún más si no aprendemos la lección que a muerte nos están enseñando los países desarrollados, algunos tomando al coronavirus como una “gripecita”.

Los números no mienten; la ciencia, tampoco, y en este caso es más contundente. Ya tendremos tiempo, todos juntos, de luchar por recuperarnos. Ahora, a cuidarnos. Hacé tu parte y seguí con eso de #QuedateEnCasa.

mescurra@abc.com.py