La grosera Sandra Quiñónez

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Los dependientes de Sandra Quiñónez, fiscala general del Estado, emitieron, usando las redes sociales y recursos del Ministerio Público, una serie de comunicados corporativos en los que me amenazan con procesarme penalmente por usar algunas expresiones groseras del idioma castellano para referirme a su jefa, no por ser mujer, sino por ser sinvergüenza.

Nunca jamás se ocuparon de las groserías que su jefa hace. La grosería es “una falta grande de respeto… tosquedad… ignorancia” según lo explica el diccionario de la Real Academia.

Sandra Quiñónez falta el respeto al pueblo paraguayo cada vez que favorece a sus amigos dándoles impunidad para violar la cuarentena sanitaria. Se la dio al jefe de su amiga Irene Páez, Karym Salum (empleado a su vez de Horacio Cartes), y a uno de sus curas favoritos, Ángel Arévalo (colaborador de Edmundo Valenzuela, aliado de Cartes). Y esos son solamente los casos que se conocieron porque fueron filtrados a los medios de comunicación. En el avión de Salum había tres contagiados de covid-19.

Mientras millones de paraguayos se privan de su libertad y su sustento para contribuir con la salud pública, Sandra Quiñónez los expone al riesgo perforando la cuarentena para sus amigos. La cuarentena para viajeros que es la que permitió identificar a los sesenta y tres contagiados de covid-19 que volvieron de Brasil.

Sobre esa falta de respeto de Sandra Quiñónez al pueblo paraguayo no vi ni leí ningún furibundo comunicado de dependientes de la fiscala general indignados porque ella otorga privilegios que ponen en peligro a todos los paraguayos. No sólo no se indignaron sino que aplauden.

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Sandra Quiñónez es tosca cuando sin disimulo tiene cajoneados todos los casos que podrían perjudicar a Cartes, su jefe real: La fiscala general no puede mostrar resultado alguno sobre el contrabando de cigarrillos, sobre el lavado de dinero, sobre el Metrobús. La tosquedad con que está liquidando la investigación sobre el asesinato de Rodrigo Quintana es escandalosa, es una afrenta para todos los ciudadanos a los que este proceso les confirma que la fiscala general pone sus lealtades personales por encima incluso de la lucha contra crímenes de lesa humanidad.

Sobre esa tosquedad lacerante de Sandra Quiñónez no hicieron comunicado alguno sus dependientes, más preocupados por competir entre ellos por ver quién es más abyecto que por las vistas gordas que su jefa prodiga a Cartes.

La ignorancia deliberada de Sandra Quiñónez de conquistas esenciales de nuestra Constitución tampoco conmueve a sus dependientes. La fiscala general viola todos los días de su vida el Artículo 24 de nuestra Ley Fundamental, el que separa al Estado de las religiones organizadas, para pagar de ese modo las indulgencias que indecentemente le brinda la jerarquía católica, encabezada por Valenzuela, por tantos pecados en el ejercicio de sus funciones.

Sobre esa ignorancia jamás hicieron ningún comunicado los dependientes de Sandra Quiñónez, más preocupados por aparecer en las fotos que ella se hace hacer con jerarcas religiosos que en cumplir y hacer cumplir nuestra Constitución, para lo cual se les paga en vano.

Sandra Quiñónez es una grosera cuyas groserías ofenden todos los días sin solución de continuidad al pueblo paraguayo, que no merece tener a alguien tan indigno como fiscala general.

evp@abc.com.py