Lo que nos llegó del relatorio que presentó la fiscala es una confesión de parte.
En la página 80, la fiscala Sosa admite que tenía un encargo particular referido a Salum y que por dicho encargo debía asegurarse de que Salum vaya a su domicilio. Admite además que “para las demás personas”, no para Salum, debía atenerse a lo que dijeran los médicos del aeropuerto Silvio Pettirossi. La fiscala no cuenta que lo que tenía era un certificado médico del doctor Osvaldo Tenace referido a Salum que carecía de comprobación del Ministerio de Salud Pública como es de rigor para todos los demás paraguayos, que le había sido remitido por el general Bernardino González, del Comité Interinstitucional para covid-19 (CIC), tras un pedido particular de la fiscala general del Estado Sandra Quiñónez al presidente de dicho comité, Federico González.
En la misma página reconoce también que autorizó la entrada de un automóvil particular a la explanada de aviones para el traslado de Salum. En la página 81, la fiscala admite que los médicos del Silvio Pettirossi se sorprendieron de la excepción para Salum y admite haber dispuesto que los médicos del aeropuerto no revisen a Salum alegando un supuesto “instructivo” del CIC. En esa misma página confirma que Salum venía en el asiento 26D del avión, delante del pasajero que dio positivo al covid-19 que venía en el asiento 27D.
El doctor Francisco López relató el 25 de abril al programa “La Lupa”, que el procedimiento de Teresa Sosa con respecto a Salum estaba al margen del protocolo para pasajeros desde el exterior, cuya vigencia había reiterado el ministro Julio Mazzoleni en su conferencia de prensa del 24 de abril.
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En esa misma página, Sosa admite haber intervenido para que Salum descienda primero del avión. Obviamente, Sosa no cuenta en su relato que mintió sobre la edad de Salum, de quien dijo que tenía más de sesenta años a pesar de que el certificado médico indica que Salum tiene cincuenta. Tampoco cuenta que no le pidió documento de identidad como es obligatorio, ni que certificó la edad de Salum “visualmente”.
En la página 83, Sosa reconoce que no tuvo intervención en vuelos anteriores y confirma que llamó por su nombre a Karim Salum para facilitarle el descenso.
Tan irregular fue la actuación de la fiscala Sosa que, enterado el CIC de que Salum había ido a su domicilio en lugar de ir al albergue de cuarentena, fue necesario ir a buscarlo con la Policía a su casa para remitirlo a un albergue.
La fiscala Sosa está obligada a implementar las normas que con fuerza de ley están vigentes para la pandemia. Las desconoció para beneficiar a Salum y lo admite en su relatorio. Es evidente que pretende que el tiempo sepulte el tema y que se la deje impune.