Acuartelar a bañadenses

Cómo no volver a recordar en estos días de intensas lluvias, especialmente en horas de la noche, un sábado, como muchos, de aquel verano de 1988. Dejarse sorprender por la oscuridad en aquel extraño lugar en medio de una intensa precipitación, había despertado la preocupación y el susto.

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El desafío era conseguir el último bus que sorteaba el itinerario en medio de charcos y calles destrozadas. Salimos corriendo con un grupo de jóvenes y unos pocos adultos para evitar sorpresas.

Estábamos en medio de aquellas pequeñas casas, pegadas con lo que se había podido conseguir, cartones, chapas y madera terciada. Familias enteras levantando sus pertenencias. El raudal corría por debajo de las camas y otros muebles. Un hombre mayor totalmente borracho blandía un arma amenazando a su mujer y a sus hijos. Estábamos sorprendidos, no era una experiencia cotidiana.

Casi treinta años después, las cosas no han cambiado mucho, excepto que hoy hay muchas más familias afincadas al costado del río. Esta nueva crecida está desnudando las graves deficiencias de un país altamente desigual, especialmente en las ciudades.

El viernes último, el programa “Periodísticamente” de ABC Cardinal decidió realizar su emisión desde el RI 14, en la zona de Tacumbú. Solo en ese lugar hay 72 hectáreas disponibles. Muchos concurrieron para expresar sus reclamos, preocupaciones y esperanzas. Hace décadas vienen repitiendo lo mismo sin cansancio, pero no hay soluciones de fondo.

Es difícil creer que un país de casi 7 millones de habitantes no cuente con mentes brillantes que pudieran proyectar una solución seria, social, urbanística, económica y financieramente viable. No me extraña que no exista voluntad política de las autoridades que se han sucedido. Los pobres nunca fueron prioridad, excepto en discursos y proselitismos.

La oportunidad sirvió para preguntarnos por qué esos mismos cuarteles que rodean la ciudad, a escasos metros de los bañados y de las zonas urbanas, no pueden constituirse en el origen de la solución. Por qué no pensar que esos mismos bañadenses pudieran ser organizados para pagar parte del costo de la construcción de sus viviendas con su propia mano de obra. Por qué no construir una costanera de norte a sur que libere la ribera y que esos mismos inmuebles sirvan para generar los costos de las soluciones habitacionales.

Cuánto puede costar todo esto, pensando que en sus primeros meses de administración Horacio Cartes consiguió en los mercados internacionales mil millones de dólares.

Es seguro que muchos estarán pensando por qué todo un país debe ser endeudado para pagar las casas de personas a las que muchos consideran haraganes, sin mirar más allá de sus narices. ¿Acaso el Estado no está subsidiando a las empresas de transporte, o no hizo lo mismo con productores agropecuarios, o no está financiando los placeres de muchas autoridades públicas pagando hasta sus amantes?

La situación en la que se encuentran forma parte de un círculo vicioso. No quedan dudas que para romperlo, hay que empezar por erradicar la desnutrición que los condena de por vida, fortalecer la educación que los libera en su proceso de desarrollo, y organizarlos para que se sientan útiles a la sociedad y vean que es posible progresar.

Me resisto a creer que no es posible, viendo que muchos países han encontrado una solución a problemas más graves. Bastará solo una decisión política. Hay muchos cuarteles en el cinturón de Asunción que podrían ser más útiles si se los destinara a otro fin. Servirá también para que estos mismos militares brinden un servicio a la sociedad y sean reubicados en otros lugares donde también se los necesita.

rsosa@abc.com.py

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