Apropiación del poder político

El artículo segundo de la Constitución Nacional dice que “en la República del Paraguay la soberanía reside en el pueblo”. Y en el artículo siguiente dice que “el Pueblo ejerce el Poder Público por medio del sufragio”.

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La soberanía y el poder político, por tanto, pertenecen al pueblo y el pueblo, mediante el voto, delega temporal y condicionadamente parte de su poder a los políticos para que estos se ocupen del Gobierno y administración de los intereses comunes de los ciudadanos y de los bienes del Estado (es decir, los bienes de toda la comunidad ciudadana en cuanto organizada como Estado) buscando siempre el bien común.

En democracia hay muchas formas sutiles y groseras, evidentes o camufladas con las que individuos, grupos, partidos e instituciones se apropian del poder usándolo para beneficio propio, de sus familiares y allegados, en contra del bien común y de los derechos del pueblo.

Hay quienes usan la democracia para apoderarse del poder y permanecer en él imponiendo su dictadura en nombre del pueblo, para dejar al pueblo en la ruina, como un Maduro en Venezuela.

Otros llegan a conquistar el poder con la revolución ideológica armada para liberar al pueblo de dictaduras, pero se lo apropian y se instalan en el poder con otra esclavizante y empobrecedora dictadura no solo personal, sino familiar, como los Castro en Cuba.

Aquí, como en todo el mundo, los políticos y funcionarios corruptos se aprovechan del poder robando y traicionando al pueblo. Pueden ser intendentes que malversan el dinero del Fonacide destinado a mejorar la educación del pueblo. Pueden ser rectores de universidades del Estado, que con el dinero destinado a la investigación contratan a operadores políticos, que nada producen en años como profesores investigadores o rectores que mantienen amigas dándoles sueldo de cátedras que no ejercen, porque no tienen el título universitario que les respalde.

La perversión alcanza niveles inimaginables cuando en la institución constituida como tribunal superior para garantizar la justicia electoral se derrocha el dinero del pueblo cargándose de cientos de planilleros y comisionados, y en ese mismo presunto tribunal de justicia sus ministros se apropian sueldos con el doble de remuneración de lo que perciben los ministros del Poder Ejecutivo.

Se apropian del poder del pueblo los legisladores que usan el poder legislativo para atacar con recursos del Congreso a quienes cuestionan su trabajo; hay legisladores que proponen proyectos de leyes para acumular más poder adjudicándose funciones que le pertenecen al Poder Ejecutivo.

En algo coinciden las apropiaciones revolucionarias de ideologías radicales y las apropiaciones del poder de los políticos y funcionarios corruptos: ambas provocan lesión de derechos humanos y provocan la emigración de conciudadanos al extranjero, perdiendo derechos de ciudadanía y pertenencia, relaciones familiares y patria, expulsados a la soledad y a la mayoría, en pobreza.

La falta de educación sólida, la deficiente formación ciudadana y política tienen al pueblo indefenso ante los abusos y apropiaciones indebidas del poder. La sociedad civil está de hecho dominada, no servida, por la sociedad política, porque la mayoría de los políticos entienden la política como vocación de poder y no como vocación de servicio al bien común de la ciudadanía. Por otra parte, la sociedad civil, en un contexto de tan alta y protegida corrupción, no está organizada para llevar adelante la defensa de sus bienes comunes, sus derechos y el Estado de derecho.

Este sistema político de apropiarse del poder para beneficio propio es un sistema devastador. En vez de llevar al desarrollo socioeconómico y a la sociedad del conocimiento lo empobrece y enriquece inexplicable e injustificablemente a unos pocos y ensancha y profundiza la brecha de inequidad. Si el dinero que se le ha robado y se le sigue robando impunemente al pueblo se hubiera destinado al desarrollo educativo, social, sanitario, económico, ético y político del país, Paraguay sería un país envidiado. Los cientos de miles de paraguayos que se refugiaron en el extranjero porque aquí no se les ofrecía ninguna posibilidad de vida, estarían produciendo en nuestro país en vez de estar haciéndolo en otros países que se benefician con el trabajo de nuestros conciudadanos. Ellos estarían felices en su querida tierra natal.

jmonterotirado@gmail.com

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