Aclaro que esta referencia a la edad no es aplicable en un cien por ciento, pues un futbolista puede seguir teniendo un gran nivel pese a los años, lo que justificaría su permanencia en el seleccionado. De hecho, quién no recuerda, por ejemplo, al arquero colombiano Farid Mondragón -quien pasó por Cerro Porteño- que con sus 43 años y dos días se convirtió en el jugador más viejo en jugar un Mundial, en el reciente torneo Brasil 2014. El camerunés Roger Milla jugó en los Mundiales hasta los 42, y otros como los exarqueros Dino Zoff (Italia) y Peter Shilton (Inglaterra), o Ángel Labruna (Argentina), Jim Leighton (Escocia) y algunos más que jugaron con éxito estos torneos bordeando los 40 años.
Nuestros “históricos” están todavía lejos de estas edades límites, aunque muchos ya sobrepasan los 30, pero, sobre todo, no están pasando por sus mejores momentos en sus respectivos equipos como para justificar su nueva convocatoria. Una referencia especial hago con respecto a Nelson Haedo Valdez (31), el “León Guaraní”, uno de los jugadores más emblemáticos y más queridos del equipo paraguayo, que en los últimos partidos ya no marcaba los goles a que nos tenía acostumbrados y que además viene de una lesión de la que seguramente no se recuperará en forma para las cercanas eliminatorias. Haedo es puro corazón y tiene un merecido monumento en la consideración de la gente, pero en el fútbol el corazón solo no basta...
Ramón Díaz eligió también arriesgarse con Óscar “Tacuara” Cardozo, otro que ha dado muchas satisfacciones al fútbol paraguayo, pero que en sus últimas convocatorias no ha conformado a los aficionados. Ojalá que en esta ocasión explote al máximo la pólvora que lleva en los pies y que suele aparecer con éxito jugando por sus equipos extranjeros.
Y termino aquí con las convocatorias -aunque hay más casos que citar- para referirme a las ausencias. La más reclamada por la afición deportiva es la del centrodelantero de Guaraní Federico Santander, que viene convirtiendo goles de todos los colores tanto en el torneo local como en la Copa Libertadores de América. El seleccionado necesita imperiosamente de un hombre de sus características, y los responsables de nuestro fútbol -técnicos y dirigentes- tienen que explicar con claridad las razones de su ausencia. ¿Problemas de documentación? Si es cierto, que lo digan.
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Tampoco está el defensor Gustavo Gómez, joven futbolista de Lanús de Argentina, quien ha rendido con creces en los partidos en que fue llamado. Sería lamentable que su ausencia se deba a problemas personales con el cuerpo técnico, como el mismo jugador lo dio a entender.
No se trata de poner palos en la rueda, sino de decir cuanto antes lo que uno tiene en el mate, y no llover después sobre mojado. En el seleccionado nacional deben estar los mejores, los que están rindiendo bien en el momento de la convocatoria, y no utilizar el equipo para premiar méritos pasados. Solo así se sacará al fútbol paraguayo de la postración en la que está sumido.
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