De la carcacha al tren de Versalles

Si el vagón del tren de París a Versalles en el que viajó el diputado liberal Celso Maldonado y su familia “es un desastre”, las carcachas de la Línea 49, “La Limpeña” –de su propiedad–, deben ser una calamidad.

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Esta semana la opinión pública se enteró atónita y con vergüenza ajena del incidente que protagonizó una de las hijas del legislador con la policía francesa cuando le impusieron una multa y tuvo que ser demorada y llevada a una comisaría de Versalles.

La pena pecuniaria fue impuesta porque uno de los miembros de la excursión alzó los pies sobre el asiento, según la publicación del periódico Le Parisien. Conforme a la queja de los afectados, fue porque un niño que los acompañaba ocupó dos asientos debido “a las paupérrimas condiciones del piso” del tren y les impusieron una multa. A quién creer es la cuestión y genera dudas.

Para quienes estamos acostumbrados a viajar en ómnibus desvencijados, con ventanillas hechas trizas, colgados en las estriberas, sentados en asientos rotos y con el piso del bus embadurnado de gasoil, viajar por primera vez en metro o tren es como subir a una nave espacial.

La mayor parte de los turistas consideran que los nuevos trenes de París se parecen a los aviones y los viejos –un tanto más modestos– no son tan destartalados como los colectivos de nuestras ciudades.

En Paraguay es muy fácil viajar en el transporte público: Uno puede subir y bajar en cualquier lugar que no es la parada. Se puede ir durmiendo sobre los asientos. Se puede escupir. Se puede arrojar basura. Se puede pegar chicle en cualquier parte. Se permite devolver el boleto al chofer para que se lo dé a otro pasajero. Las más de las veces se puede viajar como ganado.

Nada de esto, obviamente, se puede hacer en un vagón del Primer Mundo, mucho menos en el de la Ciudad Luz.

Quien piense viajar a Europa y tenga que tomar este medio de transporte debe tener en cuenta un montón de normas de comportamiento. No hay desconocimiento que valga para salvarse de una multa si uno se asoma en el andén, baja a las vías, trepa en los asientos, saca la cabeza por las ventanillas o no conserva su ticket.

Si bien no hace falta sentarse como en una reunión de jefes de Estado, el uso más aceptado es viajar como la gente.

A los parisinos les habrá llamado la atención que precisamente familiares de un parlamentario de la República del Paraguay no hayan guardado la compostura en el transporte público.

El diputado Maldonado, muy molesto, se reunió con el canciller Nacional, Eladio Loizaga, para que por la vía diplomática pida explicaciones sobre la actuación de la policía francesa en la detención de su hija tras el altercado. Finalmente, no presentó la nota de protesta.

¿Será que con ello podría aparecer el video y veríamos las “paupérrimas condiciones” del vagón donde se desató el altercado? El papelón puede ser mayúsculo.

pgomez@abc.com.py

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