La maternidad no es un plan

“La mujer es la reserva de la humanidad, la que da a luz. No medimos las dimensiones del daño que se hace poniendo a la mujer contra la maternidad”, me decía, preocupado, un psiquiatra en una charla informal. Ciertos grupos están muy empeñados en darle a la mujer una supuesta libertad sobre su cuerpo, lo que incluye abortar a sus propios hijos y/o incentivar a otras mujeres a hacerlo. Sin pizca de disimulo, se emula al viejo refrán del perro y la rabia: muerto el hijo, se acabó el problema. El presupuesto millonario que corre a favor de la despenalización del aborto cita alarmantes cifras de muertes de mujeres en “abortos mal hechos” o niñas violadas; este es el argumento que atizan sus defensores, aunque luego vayan descubriendo más intenciones.

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La ideología de género tiene sus rarezas, reman para que el “feminicidio” sea considerado crimen de lesa humanidad, pero no consideran el aborto como tal. Vale decir que son considerados crímenes dentro de este concepto “actos inhumanos que causan intencionalmente grandes sufrimientos o atentan contra la salud física o mental”. El Dr. Bernard Nathanson, quien fue conocido como “el rey del aborto” (practicó más de 60.000), pero luego de observar el corazón de un feto en los monitores electrónicos se volvió un defensor acérrimo de la vida, demuestra muy claramente en su documental “El grito silencioso” cómo un feto de 12 semanas lucha antes de ser succionado. Humanista, Nathanson explica que no solo es víctima el nonato, sino también la mujer, por no haber sido informada de los verdaderos hechos de lo que es el aborto.


La maternidad no puede entrar dentro de ningún plan, planeamiento o planificación, porque es algo innato a la mujer; no se puede elegir tenerla o no. Estamos huérfanos de organizaciones que comprendan y defiendan el inconmensurable valor de la maternidad.


Aunque somos una sociedad de mujeres fértiles, también existen mujeres que, aunque habiendo logrado lugares destacados profesionalmente, no logran cumplir su sueño de ser madres.


Promover el aborto es el peor de los crímenes y no hay eufemismo que disfrace el horror.


En estos días, al recordar con amor y admiración a las madres, también es bueno pensar en las futuras mamás, dejarles a las niñas la herencia del respeto a su cuerpo, al ritmo de la naturaleza, a llevar con celo y cuidado su feminidad. Aquellas que fueron violadas y embarazadas –debemos extirpar la raíz de este mal– no superarán el trauma con el aborto; todo psicólogo puede explicarlo razonablemente. Respecto a las complicaciones de parto, lejos están de resolverse preguntándole a la opinión pública qué se debe hacer; si la ley es sabia, interpretará que debe primero invertir todos los medios para salvar las dos vidas. Ninguna madre advertiría que ella quiere ser salvada y muerto su bebé. El otro día leía en un diario digital sobre los peores y mejores países para nacer. ¡Cuánta maldad expandida! Todo nacimiento es una esperanza y la demostración de que una fuerza los trae al mundo, sea el país que sea.
Debemos estar atentos y ser críticos ante la información que nos llega. Muchos medios promocionan la vida de la mujer sin hijos, de la madre soltera, de ser madre después de los 40 (incluso 60 años o más), de mamás de alquiler; ya se habla de elegir el sexo, de descartar por malformaciones congénitas, hay un dúo de “expertos en ética” en Australia que plantearon “¿por qué un bebé debería vivir?” y argumentan sobre “el derecho de los padres de matar a sus hijos después de nacer, aun cuando no nazcan con discapacidad”. Ordenemos, administremos, seamos cautos con las imágenes y discursos.
Por este día especial, felicitaciones para todas las mamás que, a pesar del momento difícil, dijeron no al aborto y hoy disfrutan de amar y ser amadas. Felicidades a todas las mujeres que no se avergüenzan de exponer sus ideas y defienden el derecho de la vida desde la concepción.

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