La tierra es cuadrada

Hay que ser un poco menos serios en la vida, aunque solamente sea por unos momentos, y observar al “revés” la conducta de los seres humanos para empezar a dar forma a los chistes.

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Me refiero a las historias habladas sobre determinados comportamientos del hombre y de la mujer, que tienen por fin mostrar de una manera graciosa, alegre, la humanidad en su totalidad.

Hay chistes sobre abogados, políticos, médicos, animales, feministas, machistas, suegras, borrachos, informáticos.

Los chistosos, estando en el pleno uso de sus facultades, nos pintan cuadrada la Tierra, talentosas a las bestias y carente de razón lo que se considera lógico.

También nos ayudan a comprender que puede llegar a ser peligrosa para la salud mental la sobredosis de la realidad, con sus penas y sus aflicciones.

Por otra parte, la gente que cuenta chistes hace que no nos devore el mal endémico de los últimos tiempos: la indiferencia. En mi pueblo, Villeta, solíamos disfrutar de cuando en cuando de las tradicionales veladas.

Cuan ligeramente la risa ganaba los rostros de las gentes, que libres de cualquier preocupación, celebraban las ocurrencias de los artistas del humor.

Mafalda y sus amigos Guille, Miguelito, Felipe, Susanita, Libertad y Manolito, suelen pintarnos muchas aristas de la política, la cotidianidad, la maternidad, a través de diálogos que nos hacen pensar y al mismo tiempo reír. “Pensar y reír”, he ahí, en esa frase, un modo de encarar la existencia.

A mí me place grandemente leer a la célebre Mafalda. Hubiera querido tener en mi poder la Colección. No la tengo.

Alguna vez la tendré. “Condorito”, hijo de Pepo, lleva a los lectores el humor popular, sin sentido filosófico alguno y despierta las mejores ganas de reír.

No todo en la vida debería ser filosofía, poesía, cálculos, afanes prematuros, horarios rígidos, rutina exasperante, suma, resta y reflexión excesiva. No. Porque el alma, sin una cuota diaria de humor, sin distensión, se va agriando hasta convertirse en un páramo del que ya no se puede salir.

Pienso que cada uno es artífice de su propio destino. Pues bien, hay individuos que “eligen” estar malhumorados todo el día y van pudriendo no solo el ambiente familiar sino además el recinto donde trabajan.

Un caso preocupante, asfixiante puede llegar a ser la existencia para aquellas personas que no ven un poco más allá de su realidad.

Porque debe saberse que la realidad no es solo lo que se ve, se huele y se toca, sino además la otra intención de la existencia revelada en la gracia que tienen ciertos personajes y animales.

Cuando era niña vine a conocer el zoológico de Asunción. Mientras mis compañeros de excursión iban a mirar a los cocodrilos o a los tigres, yo me entretenía grandemente observando algunas actitudes de un simpático mono.

Se prendió, tal parece, entre ambos, cierta afinidad. Hasta hoy recuerdo sus gestos, su picardía, y me río por dentro.

Los hipertensos, los estresados y los nerviosos deberían revisar su salud y empezar a tomarle simpatía a los chistes.

De hecho, el buen humor desintoxica, libera el alma, mantiene en buen nivel la salud física y sicológica, rebaja la presión sanguínea y mejora las condiciones de vida.

Para terminar este comentario vengo a caer en la frase hasta ahora muy conocida: “La risa, el remedio infalible”.

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