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Es lo que sucedió con mi retiro de ABC Color. Ya no estoy “en planta” –voy a extrañarla, sin duda–, pero todo mi interés, empeño y vocación estarán siempre volcados en los espacios que la empresa destina a los periodistas, para informar y opinar, privilegio que nos otorga esta profesión y es la sencilla razón por la cual medios de comunicación y periodistas luchamos por preservar las libertades de prensa y expresión con la misma pasión con la que cualquier ser humano lucha por su propia vida.
Como diría el extinto director de ABC Color, Aldo Zuccolillo, “todavía hay mucho por hacer”. Lo decía en cualquier época, en las buenas, también en las malas, y la mejor forma de hacerlo es con libertad, que yo creo y siento tenerla ahora en mayor plenitud, no solo por la ausencia de obstáculos y barreras para ejercerla, sino también por haber llegado a un estadio de la vida en que toda persona mayor puede transmitir con mejor solvencia los conocimientos adquiridos y la experiencia acumulada.
Hay mucho por hacer por el país, pero también por la profesión. El periodismo nos permite vigilar, cuestionar, debatir y revelar lo que para el resto de la gente permanece oculto, dudoso y confuso. Por eso mismo es apreciado en el mundo libre, pero al mismo tiempo perseguido abierta y solapadamente por sectores para los cuales la prensa libre interfiere sus planes de dominio y control social.
Me refiero a pensadores que consideran nuestro trabajo como “analistas, comentaristas y especialistas que pueden opinar en sus espacios y programaciones, los llamados ‘intelectuales mediáticos’, programados para decir y prescribir generalmente aquello que sirve a los intereses del capital y del conservadurismo, y al mismo tiempo para combatir y descalificar ideas progresistas y transformadoras de realidades injustas”. (Del libro “Medios, Poder y Contrapoder”, De Moraes, Ignacio Ramonet, Pascual Serrano).
Para estas personas y su corriente de pensamiento, la opinión pública está conformada apenas por receptores incapaces de descifrar las señales y los códigos con que los medios trabajan para defender sus propios intereses. Para ellas, los medios son apenas apéndices de grupos económicos empresariales y carecen absolutamente de legitimidad democrática” (“coronelismo informativo”), además de aplaudir las medidas gubernamentales que las sancionan.
Quienes trabajamos en empresas periodísticas somos testigos del esfuerzo mancomunado de periodistas, técnicos, administrativos y distribuidores para ganar la preferencia del público y de los anunciantes, tarea nada fácil en la disputa por lograr la atención de la mayor cantidad de gente, único recurso válido para lograr la independencia deseada para informar y opinar con libertad.
Si fuera como dicen estos intelectuales, que nos consideran idiotas útiles a periodistas y audiencia, yo no hubiera elegido jamás esta profesión, y menos aún ejercerla con pasión y lealtad al público por tantos años. Tampoco hubiera recibido el reconocimiento público con que me sorprendieron compañeros y personas expectables de la sociedad al anunciar mi retiro de la redacción después de 47 años, lo cual aprecio y valoro por pasar a constituir el bien más preciado que dejaré como herencia a mis descendientes.
Me retiro para defender con mayor libertad y ahínco los principios y valores tradicionales de ABC Color y, por sobre todo, a nuestra profesión, defenderla de los ataques de intelectuales al servicio de ideas que se concretaron en gobiernos cuyos desenlaces conocemos.
ebritez@abc.com.py