Según la página web de esta organización, el premio internacional Pablo de Tarso, “Apóstol San Pablo”, por de más dudoso, se otorga a los mejores gobernantes de Iberoamérica por su contribución al desarrollo de su país a través de una buena gestión política. ¿Cuáles serán los parámetros empleados para seleccionar al mejor de entre tantas autoridades?, es la pregunta del millón cada vez que los jefes comunales se ufanan de recibir este tipo de reconocimientos.
¿Y qué es una buena gestión política? Una buena gestión implica ejercer un gobierno transparente y honesto, que no deje la más mínima duda de que el gobernante está cumpliendo a rajatablas lo que el pueblo le encomendó al depositar en él su voto de confianza.
Ser un buen gobernante es trabajar con el pueblo y para el pueblo, sin distinción alguna y con proyectos a corto, mediano y largo plazo. Es no pensar solamente en conseguir una buena posición económica o constituirse en la persona más influyente, para conseguir todos los favores posibles. Un buen gobernante no les teme a los medios de prensa o a los reclamos de la ciudadanía, pues siempre habrá de administrar de la mejor manera los recursos públicos.
A un buen gobernante jamás se le rechazaría una rendición de cuentas, como ocurrió con el intendente mallorquino, que mientras recibía un galardón a “mejor gobernante” en España, en Paraguay la Contraloría General de la República (CGR) rechazó su rendición de cuentas sobre uso de los recursos del Fondo Nacional para la Inversión Pública y el Desarrollo (Fonacide).
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El mejor galardón que puede recibir un buen gobernante es el reconocimiento de la población del distrito que dirige por su gestión transparente y eficiente.
sara.fleitas@abc.com.py