¿Se dividirá la ANR?

Dada la fuerte polarización en el partido Colorado entre cartistas y anticartistas, con frecuencia se plantea en los coloquios políticos el interrogante: ¿se dividirá el partido luego de las internas del 17 de diciembre? Por supuesto, para responder esa pregunta es necesario hacer adivinanzas, algo imposible desde el rol periodístico, aunque se puede intentar el ensayo de algunas pistas tendientes a tener una idea más aproximada de lo que puede ocurrir.

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A la pregunta de si se dividirá el partido Colorado, algunos pueden responder que el partido ya está dividido –aunque no formalmente– entre cartistas y disidentes. Otros intentarán minimizar el hecho pronosticando que después de las internas se viene el “abrazo republicano”, como siempre ocurrió en el partido.

Pero sucede que la ANR ya llegó a dividirse efectivamente luego de una fuerte ruptura en 1996 entre el hombre fuerte del momento, Lino Oviedo, y el oficialismo, entonces representado por el presidente Juan Carlos Wasmosy.

Siempre hubo disidencias que inclusive llegaron a ganar las internas, pero el único que llegó a dividir formalmente a la ANR fue Lino Oviedo. ¿Cuáles fueron las razones de fondo de esta división? Primero ante todo, la personalidad impulsiva y autoritaria de Oviedo, y segundo la persecución de que fue objeto, por haber desafiado al establishment, y el apoyo popular que logró con esa posición.

La división formal del coloradismo se dio en el año 2002 con la fundación de Unace, nueva agrupación integrada por colorados que decidieron abandonar su partido para seguir a Oviedo luego de ganar las internas de 1997 y perder la nominación por decisión política.

Sin embargo, los colorados no pagaron un precio tan caro por esta división, ya que en el próximo compromiso electoral (2003) volvieron a ganar aunque cayeron en la siguiente elección de 2008 para volver a ganar en la posterior de 2013.

¿Cuáles fueron las lecciones obtenidas para los colorados de este breve proceso? 

1. La ANR tolera una fuerte disidencia siempre y cuando termine con el “abrazo republicano” que vuelve a unir a su cúpula. (La dupla Cubas Grau-Argaña arrasó en las elecciones de 1998, pero no hubo efectivo abrazo).

2. Cuando la disidencia interna es más fuerte que la confrontación oficialismo/oposición, los episodios conducen inexorablemente a una división (oviedismo vs. argañismo de 1999 desemboca en la fuga de colorados al nuevo partido Unace). 

3. La ANR tolera inclusive una división (concurre dividida en 2003 y gana), pero con el tiempo paga el costo con la derrota. En las siguientes elecciones pierde frente a una alianza opositora y va a la llanura.

4. El partido Colorado es capaz de adoptar a demócratas y déspotas, pero generalmente él mismo se encarga de deshacerse de ellos. Cuando adopta liderazgos fuertes no puede evitar la violencia para desprenderse de ellos (Morínigo, Stroessner, Oviedo). 

Esto plantea la incógnita: ¿Es el actual líder colorado, Horacio Cartes, lo suficientemente autoritario como para que la ANR se desprenda de él sin evitar la violencia (jurídica, electoral, institucional o física)? 

Todo parece indicar que el respeto a las reglas y un juego limpio en las internas pueden ayudar a fortalecer la institucionalidad de la ANR y que de suceder todo lo contrario podría significar en cambio la división informal, primero, y formal, después del partido.

De ahí que la existencia o no de fraude en las primarias coloradas marcará el destino del partido con respecto a su unidad futura. Si elige con juego limpio, será prácticamente imbatible, pero si lo hace con fraude, podría no solamente avivar el fantasma de la división sino significar la compra del pasaje para ir de nuevo a la llanura. Como ven, es imposible actuar de adivinos.

ebritez@abc.com.py

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