Treinta formas del engaño

El diccionario de sinónimos se queda corto con las múltiples formas de “engañar” y “mentir” que tienen nuestros políticos. Los concejales de la Junta Municipal de Asunción y el mismo intendente capitalino podrían dictar cátedras al respecto.

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Una nueva forma de “seducir” y captar votos de un electorado apremiado por las necesidades, la marginación y el abandono de décadas son los loteos virtuales, como el que se está planteando en la Capital Verde de Iberoamérica.

Los terrenos sobre los cuales supuestamente darán títulos de propiedad a los pobladores de los Bañados ahora ya están varios centímetros bajo agua y en los próximos días podrían ser metros.

¿Cómo establecerán la superficie? Lo más ajustado a la realidad podría ser establecer las dimensiones en metros cúbicos o en litros por metro cuadrado. Para esto los ediles tal vez tengan alguna otra Ordenanza mágica como la que aprobaron al extender los terrenos urbanizables hasta el lecho del río. Bajaron la cota establecida históricamente en la Ordenanza 33/95 de “Tierras Municipales” de 62 metros a 56.

Pero el intendente Arnaldo Samaniego tuvo la brillante idea de dictar un veto sobre esta propuesta, pero al final no veta nada. Para ponerse bien con quienes criticaron la decisión de los concejales vetó el límite de 56 y lo fijó en 57,19. Menos de un metro de diferencia, recurriendo a una “falacia”.

Para engañar a los pobladores ribereños se creó un ardid cuyo objetivo es convencer a los electores falseando una realidad. Esto hace que caigan en el embeleco con la propuesta, que no es más que un fraude, pues solamente se puede lotear el río en apariencia para darles unos títulos de propiedad sobre una parte que está bajo agua.

La realidad nos dice que esto de dar documentos sobre el lecho del río es solo un señuelo, un truco, una treta, trampa, argucia para obtener los votos.

La invención de propiedades en una zona totalmente anegada no es más que una picardía de los candidatos, muchos de ellos aspirantes al rekutu. Por tanto, necesitan crear la farsa de la ordenanza, por un lado, y el Ejecutivo necesita el veto de “gua’u” como artimaña para salirse del problema y quedar bien con tirios y troyanos.

La falsedad de la propuesta es tal que lleva a una estafa, un timo, una burla y crea confusión entre los supuestos beneficiarios que se creen el embuste con la promesa de que mejorarán su calidad de vida y tendrán unas propiedades que en realidad cada tanto quedan bajo la riada.

Los discursos llenos de sofismas con los que se quiere convencer a los asuncenos son argumentos que buscan defender lo indefendible. Una ficción, casi un chasco.

La martingala y la chanza son parte de esta simulación de veto que hasta este párrafo lleva contabilizados 30 sinónimos para referir la mentira y formas para engañar que tienen los políticos. Una comedia, una broma. En fin, una mancha más en el ropaje prebendario y electoralista.

pgomez@abc.com.py

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