“Me fui de Paraguay con lo que tenía puesto”

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“Nunca voy a olvidar el aprecio de los paraguayos. Nadie nunca me llamó sinvergüenza o ladrón...”.
“Nunca voy a olvidar el aprecio de los paraguayos. Nadie nunca me llamó sinvergüenza o ladrón...”.Archivo, ABC Color

El padre José Antonio Rubio volvió de visita después de varios años del proceso que lo involucró y que lo llevó a tres años de prisión domiciliaria en el Salesianito, por el caso del desvío de una donación para construir pozos de agua potable. El religioso, que se radicó en España, recuerda que lo investigaron, lo acusaron de tener cuentas en el extranjero pero que “me fui de Paraguay con lo que tenía puesto”.

Rubio estuvo de visita para asistir a un acontecimiento social y de paso compartió con sus amigos, entre ellos habitantes de algunas de las villas que se construyeron bajo su administración.

Actualmente administra tres parroquias en Castilla la Mancha, su región de origen. Desde 1983 cuando llegó al país por la orden salesiana ayudó a construir unas seis mil viviendas, entre Limpio, Capiatá, Luque, Coronel Oviedo, entre otros.

Al recordar el accidentado proceso que lo envolvió, en declaraciones a ABC admitió que “es indudable que lo que hicimos no estuvo bien”.

“Me investigaron hasta el hartazgo”

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“Pero hasta decían que yo tenía dinero guardado en Suiza. Me investigaron hasta el hartazgo, pero yo me fui de Paraguay con lo que tenía puesto. Hoy no sé si tengo cinco mil o seis mil euros en mi poder. Hubo mucha calumnia de por medio y la prensa me dio muy duro”, precisó.

Dijo, por otra parte, que de dos juicios, de uno salió indemne y aseguró que el otro estuvo viciado. “Me condenaron en principio a cinco años. El tribunal de casación reconoció la irregularidad y redujo a dos cuando ya estaba más de tres años en prisión domiciliaria”.

El intríngulis judicial se originó en un programa con la Unión Europea para construir pozos de agua potable en varios puntos del país.

“Hicimos una primera parte con los fondos. Se inauguraron los pozos. Fue un éxito. Apareció después un grupo que nos tentó con multiplicar los fondos si metíamos parte de nuestro dinero a generar intereses. Queríamos hacer más. Fue un error. Nos metieron en una trampa. Fueron unos años idílicos, de utopía. Se luchaba por un ideal de mejorar la situación de la gente. Todo lo hacíamos a pulmón y no mirábamos el peligro, porque creíamos en el objetivo altruista. Pelopincho, en la Chacarita lo hice yo, las viviendas de dos pisos. Se construyeron salones comunitarios...”.

“Nunca nadie me llamó sinvergüenza o ladrón”

Dijo que el dinero desviado, de poco más de un millón de dólares, se perdió. “Se lo gastaron por ahí. Era plata de la Unión Europea. Es mucho dinero, pero en comparación con todo el monto que se manejó en la construcción de las villas no era nada. Imagínese, en obras sociales y todas las viviendas que construimos habremos sobrepasado los 100 millones de dólares”.

“Supóngase que se perdió un 1% de lo que se manejó, a lo mejor ni siquiera eso. Pero bueno, fue un error y he asumido las consecuencias. Lo que hice no lo hice para hacer daño a nadie. Hay gente que ha sufrido las consecuencias, pero en mi caso tengo la conciencia tranquila de que personalmente no me he beneficiado de eso. La simpatía que me tiene la gente me da seguridad de que mi trabajo sirvió para algo. Cuando vine una vez de España a comparecer ante el juez, me recibieron en el aeropuerto cinco mil personas. Nunca voy a olvidar el aprecio de los paraguayos. Nadie nunca me llamó sinvergüenza o ladrón...”.

“Nos tomaron como cabeza de turco bajo la bandera del combate a la corrupción. A mí me aseguraron que los tres jueces que me condenaron fueron manipulados. Había un alto interés político en que vaya a la cárcel. Los fiscales mentían (se refería a los fiscales Victoria Acuña y Juan Claudio Gaona, este último acusado poco tiempo después en un caso de supuesta extorsión junto al excanciller Melgarejo Lanzoni). Hubo mucha calumnia de por medio. Por suerte encontré en ABC un medio que defendió mi posición...”.

Monseñor Rolón y Zanardini

A sus 74 años, el padre Rubio dice ser “bastante feliz” en su provincia y que no ha pensado volver para quedarse, a pesar de recibir invitaciones para hacerlo.

Recuerda con afecto a monseñor Ismael Rolón y al padre José Zanardini, otro sacerdote que ayudó a construir las villas salesianas en el interior del país.

“Zanardini y yo éramos muy amigos de monseñor Rolón. Sin él no hubiéramos podido seguir con la obra. A Stroessner no le gustaba la organización. Pero monseñor Rolón era duro en sus convicciones. No tenía ningún problema en ir a cantarle las cuarenta a (el entonces ministro del Interior Sabino) Montanaro. Así ponía a resguardo nuestro trabajo de los pyragüés”, comentó el sacerdote español.

(holazar@abc.com.py)