El segundo mes del año, el más romántico de todos, se abre paso en la Villa Veraniega y ofrece a los visitantes un sinfín de actividades para disfrutar y pasar el tiempo libre.
Tampoco faltan las largas caminatas o los paseos en bici que terminan en la peatonal, que, además, ofrece opciones gastronómicas tanto para los que gustan del slow food como los que prefieren una merienda con los tradicionales bollos de dulce de leche, guayaba o crema.
Las ferias artesanales también están a disposición con todo tipo de artículos para la decoración del hogar o accesorios con reminiscencias vintage.
