Agustín Barúa trabaja como investigador en la Universidad Nacional de Asunción y dice que en este momento se siente mucho más cerca de la antropología que de la biomedicina, y que la pandemia causada por el covid-19, encontró a la salud publica de nuestro país altamente precarizada y ante está realidad el único partido que le quedaba jugar a la gente era la prevención. Recientemente fue disertante en un encuentro virtual con la organización Psicólogos para el Pueblo de la UBA, en el que abordó varios temas desde el contexto de la crisis sanitaria por el coronavirus que se vive a nivel mundial.
Tiempo pandemizado
-En este contexto de pandemia lo que se transparentó, según mencionas, es un estallar de las instituciones públicas de salud que ya estaban desde hace años precarizadas.
- Menciono algunas frases entre trabajadores de la salud, “me viene miedo, como que me voy a morir”, “anoche no dormí nada otra vez”, “tengo miedo de morirme acá, pero también tengo miedo que muera mi familia”, son relatos de médicos y médicas con quienes fui conversando durante este tiempo. Dentro de lo institucional se tienen equipos humanos que no se reconocen como grupos. La forma en que más frecuentemente se organizan las instituciones sanitarias en Paraguay, es a partir de tres cuestiones que se entienden como indiscutibles, llegando incluso a ser invisibles de tan extendidos que están: 1) Se desprecia la escucha y el diálogo: solo se informa y se “manda”; 2) Se desprecia la horizontalidad; 3) Se desprecia lo grupal: la institución nunca habilita tiempos para trabajar los vínculos. En contextos pedagógicos y asistenciales donde si sentís, sos calificado de “sensible”, o sea algo equivocado, fuera de lugar, avergonzante ¿qué estamos perdiendo? Una de las cosas es que aprendemos que no tenemos derecho a pedir ayuda, al punto que las estadísticas de suicidios en el ámbito de salud (donde supuestamente estamos para sanar) siguen subiendo.
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Si antes ya había malestares, en la pandemia estos se maximizan. El aislamiento, las intrigas o las clásicas estrategias de supervivencia ante los climas hostiles dejan de ser suficientes para tolerar los malestares institucionales pues aparecen intensamente con la pandemia el miedo a morir y a contagiar, los insomnios masivos etc. Las instituciones se tornan así –aún más- sufrientes, sin espacio oficial para trabajar los conflictos, los afectos y los desencuentros. El tiempo pandemizado es un tiempo extra – ordinario. Haciendo fructificar esto ¿Qué movimientos extra – ordinarios, nuevos, podemos habilitar y generar en las instituciones sanitarias?
Construcciones
-En lo institucional, hablas de un modelo médico hegemónico de superioridad que no construyó lo grupal, que no se reconocen como grupos.
- Los profesionales en su pedagogía profesional no se construyeron como personas, cuando hablo de personas hablo de la dimensión frágil, dinámica, compleja, misteriosa, singular y a la vez sus usuarias como seres sin voces. Dentro del modelo médico hegemónico de la superioridad, no se tiene el derecho a pedir ayuda. Me decía un médico ya en el contexto de la pandemia, “Cómo le voy a decir a la gente que no le puedo reanimar, le voy a poner un oxígeno y no puedo hacer mas nada, por protocolo no le reanimamos si no tenes terapia intensiva”. Es un poco loca la tensión institucional en la que estamos viviendo hoy en el contexto nacional de pandemia. La construcción de herocidad niega el derecho a la fragilidad y niega el derecho a las y los profesionales a ser cuidados y el derecho a dejarse cuidar.
-Propones pensar los intercuidados de equipos.
Estos tienen dos características: que son cuidados recíprocos, cuidados que van y vienen; y que son construidos desde las sabidurías y estrategias de cuidado que son propias y cotidianas de cada equipo de trabajo. En la experiencia de conocer diferentes equipos, estos son algunos de los ejes de intercuidados más frecuentemente reconocidos.
Equipos
El psiquiatra sostiene que pese a que sin duda que cada equipo podrá reconocer otros en su práctica se invita a cada grupo a observarse desde estos puntos: “Sentido. Más allá de la cuestión del dinero ¿Qué sentidos tiene para cada quien su tarea cotidiana en cada equipo? Diálogo. Entendemos este subdividido en tres puntos con los que trabajamos: Primero - Silencio, el silencio es lo que da espacio para lo que no puede ser dicho; ¿Qué lugar tiene el silencio en ese equipo? Segundo - Escucha, ¿Cómo vamos reconociendo lo que no podemos escuchar? Nietzsche decía que sólo oímos aquellas preguntas a las que podemos encontrar respuesta. Tercero, la Pregunta, ¿Cuánto se permite el no saber cada equipo? Fragilidad y sensibilidad. Usamos aquí lo sensible, lo frágil, como lo que nos permite darnos cuenta de lo que sentimos, pensamos y hacemos facilitándonos la reflexión”, dice.
Sigue con el Reconocimiento. Es la importancia de validar a la otra persona. Caos e incertidumbre. Solemos valorar el orden pero nos horroriza el desorden; si embargo, vivir implica atravesar el caos y hasta el misterio, ¿nos lo permitimos? Mi definición favorita de salud es armonía con la incertidumbre.
Eroticidad. Se basa en la noción de erótica social, que se entiende como el “reconocimiento, validación, incorporación y celebración de las prácticas de la alegría”; ¿Cuáles son las prácticas de arte, fiesta, humor y juego de tu equipo? Pausa. Por muchos lados constatamos que las instituciones son estructuras anti pausa. ¿Genera tu equipo momentos grupales de lentitud? A modo de cierre recordemos -al decir de Leal Rubio- que el triple desafío simultáneo para trabajar en equipo: cuidar, cuidarse y ser cuidado.
