También es conocida como noche de brujas, porque se cuenta que las mujeres sabias del bosque encendían hogueras para quemar las escobas con las que habían hecho limpiezas, y las cucharas con las que mezclaron sus pociones rituales, que se supone tenían poderes sanadores. Ellas conocían las propiedades de las plantas como el tejo, el enebro, la anémona, el diente de león, el roble, el muérdago, la vellorita, entre muchas otras.
Según la mitología celta, durante el Samhain se abrían los portales dimensionales de las hadas, que esa noche podían tomar maridos humanos. Sin embargo, los celtas no se aventuraban en aquel reino encantado, pues sentían por las hadas un gran respeto, teñido de terror.
De acuerdo a las creencias, también los espíritus de los difuntos tenían autorización para caminar entre los vivos, así se tenía la oportunidad de reunirse con los antepasados muertos. En algunos lugares existía la costumbre de dejar afuera alimentos, dulces y velas encendidas para mantener a los espíritus contentos y alejar a los malos de sus hogares.
Los celtas habitaban Europa, en una latitud media del hemisferio norte, lo que implica que a fines de octubre terminaba el verano y empezaba el invierno. Por eso los días (la luz) se acortaban y las noches (la oscuridad) duraban más; en una sociedad sin luz eléctrica esto era muy importante. El Samhain sucedía al final de la cosecha, al terminar el verano, cuando disminuía la luz, y en el principio del invierno, del frío, de la oscuridad.
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Cuando los romanos conquistaron territorios celtas, asimilaron el Samhain convirtiéndolo en fiesta en honor Pomona, que era su diosa de la fruta, de los árboles, de la huerta, de la agricultura, de la abundancia. Por su parte, el cristianismo incorporó en su calendario el día de Todos Los Santos, seguido del de los Fieles Difuntos, el 1 y 2 de noviembre.
Son los inmigrantes irlandeses quienes llevaron a Estados Unidos la tradición de festejar Halloween –que deriva de All Hallow´s Eve– víspera de Todos los Santos. Así esta festividad celta ingresa a nuestras costumbres actuales como Halloween, el uso de disfraces y máscaras que los antiguos usaban para protegerse de los espíritus dañinos.
Algunos astrónomos consideran probable que llamara la atención de los celtas un hecho espectacular que ocurre en la noche de Samhain, cuando el cúmulo estelar de las Pléyades pasa por el punto más alto del cielo, justo a la media noche, y es fácilmente visible a simple vista como un pequeño grupo de estrellas en la constelación de Tauro. Esto nos recuerda que la mayor parte de la historia observábamos el cielo y marcábamos los días de celebración en base a los movimientos de los astros. Es lamentable reconocer que cada vez miramos menos el cielo, y que las luces de la ciudad fueron robándonos el brillo de las estrellas.