Llegó el tiempo de abrir ese elixir maravilloso que es el vino. Ya como experiencia solitaria, para compartir con amigos o bien, en una cata, debe ser un momento especial, un ritual que predisponga al disfrute.
Cuando el vino llega a la mesa, lo primero es presentarlo, mostrando la etiqueta y explicando la elección. Luego corte la cápsula por debajo del gollete, nunca por encima, y estudie el corcho para descartar que esté hinchado. Es necesario tener mucho cuidado de no hacer movimientos bruscos durante el descorchado y retirar con una servilleta los pequeños residuos que hayan quedado en el gollete.
Otro detalle clave es estudiar el estado del corcho, que debe tener el extremo en contacto con el vino de una tonalidad violácea y no presentar olor avinagrado. En caso de ser el anfitrión, su siguiente tarea será realizar una cata previa que confirme el estado rozagante del líquido.
Copas hasta la mitad
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Para servir el vino, sostenga con firmeza la botella de la parte inferior y llene las copas hasta la mitad –o, como máximo, hasta los dos tercios–. Finalmente, gírela un cuarto de circunferencia para no manchar el mantel.
En caso de que vaya a servir un espumante, lo correcto es secar bien la botella antes de presentarla. Luego deberá quitar la grapa metálica y la cápsula, aferrar el corcho con una mano y girar la botella con la otra; finalmente, limpie el gollete y escancie en copas especiales (de tipo flauta o Pompadour).
Un truco para no derramar el espumante consiste en verter una primera cantidad de vino (hasta la mitad) y hacer una pausa para que se desarrollen las burbujas, para terminar luego de servir hasta los dos tercios de la copa.
(*) Del libro Vinos de leyenda, de Barcel Baires América.
