El Paraguay siempre ha sido un país enigmático y atractivo para los visitantes, tanto desde la época colonial como en la posguerra de la Triple Alianza. Manuel Martínez Domínguez, a partir de las Cartas de Burton y un grabado, analiza esa visión de nuestra capital en el libro “La Asunción ocupada por los aliados: La mirada del traductor de las mil y una noches”. En la obra se dejan al descubierto las estampas más pueblerinas de la capital paraguaya con las comparaciones más estrafalarias como la del Palacio de López con el Palacio de Buckingham, del ferrocarril con las Tullerías, la calle Palma con Oxford Street y las calles de Asunción con las de Buenos Aires entre otras figuras. Pero en el fondo es un verdadero ensayo histórico y filosófico.
–¿Cómo surge la idea de armar un diálogo entre el grabado y las Cartas de Burton?
–De todas las representaciones plásticas que existen de Asunción ocupada por las fuerzas aliadas, el grabado que apareció publicado en más de un periódico europeo, tanto en inglés como en alemán, ha sido el que más llamó mi atención. Su singularidad quizá radique en su planteo plástico, en consonancia con el gusto todavía romántico del público al que iba destinado, para dar idea de la entonces excapital del Paraguay. El historiador del arte Aby Warburg plantea una línea historiográfica cuyo núcleo central es el correlato existente en el binomio palabra/imagen. Antecesora de los contemporáneamente llamados estudios culturales, la escuela de Warburg analiza los sentidos de la imagen con relación a los textos que pudieran ligarse a ella. Siguiendo esta línea de trabajo, me propuse establecer diálogo entre el grabado en cuestión y las cartas XXIII, XXIV y XXV el libro Cartas desde los campos de batallas del Paraguay, de Richard Burton, el más célebre (o por lo menos el más poético) de los traductores de Las Mil y una noches, quien conoció Asunción en 1869.
–¿Qué nos plantea esta obra como reflexión?
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–El texto es un ensayo histórico que más bien propone una metodología de trabajo diferente, lejos del acartonamiento y los rigorismos académicos, de manera que, llegado un punto de superación de la objetividad, permite, desde la subjetividad, la doxa de quien escribe. He ahí la razón que, al final de la obra, me lleva a opinar sobre el presente de la nación, no sobre su pasado. Cuando digo que coincido plenamente con la idea que expone de Burton, que plantea que “Asunción es la verdadera expresión del Paraguay, la de un pueblo saqueado y despojado de todo”, lo hago con el agregado de que el saqueo y el despojo actuales no son obra de factores externos sino internos, de los dos males endémicos que, juntos o por separado, aquejan a la gran mayoría de los paraguayos: ignorancia y corrupción.
–¿Con qué datos curiosos o relevantes nos encontramos en tu investigación?
–Aby Warburg decía “Dios está en el detalle”. Si cambiamos la palabra Dios por palabras como “sentido” o “camino”, podemos interpretar que el sentido, o la vía clave para empezar a observar y encontrar está en el detalle. El detalle es una parte que bien puede hablar del todo. Así, al mirar el grabado vemos que las bases del palacio de López están sobre las aguas de la bahía, dato no menor que, más allá de las licencias artísticas, recuerda la gran inundación que, así como permitió el paso de Humaitá, pudo haber borrado el terraplén que estaba frente al palacio. En esta veduta (vista) de Asunción están casi todos los edificios descriptos por Burton, a excepción de la iglesia de La Encarnación y la de San Roque, que desde la perspectiva del dibujante deberían aparecer. La descripción de Burton es rica en pequeñas observaciones que arrojan luz, por ejemplo, a la hora de repensar el color de los edificios de Asunción. Así, dice que la Catedral estaba pintada de blanco y no amarillo pastel como en la actualidad, con rayas rojas (los canales de las pilastras de la fachada, que actualmente gracias a los estudios estratigráficos lucen pintados en ese color); que las columnas de la residencia presidencial de Carlos Antonio López eran de color rosado, etc.
–¿Qué representó para el Paraguay la ocupación de Asunción? ¿La historia tiene moraleja, pros y contras?
–Hablar de pros y contras implica una toma de posición de índole moral con relación a un hecho del pasado, la ocupación en este caso, y ello no es el objetivo ni del libro ni de la historia. El fin de la historia, si es que tiene un fin, es dar, aunque sea provisoriamente, con algún tipo de verdad. La historia no “enseña” nada, no tiene un fin moral, ya que, si lo tuviera, sería una suerte de ética. Aquella máxima ciceroniana, historia magistra vitae, que le atribuye un fin pedagógico responde a una cosmovisión circular basada en la creencia de ciclos y repeticiones, propia de la antigüedad. Burton en sus cartas opina, a diferencia de la historiografía contemporánea local que, cada cual, desde su bando, “invita a la reflexión”, “anima a la lectura de”, ordena al lector lo que “debe” (hacer, leer, pensar, decir, escribir), argumentando que “urge” tal o cual cosa. Así, si bien la producción académica contemporánea se caracteriza por los deslindes disciplinares, me pregunto si la actitud de esa historiografía en cuestión pretende ser un cruce entre historia y ética (entendida esta como rama de la filosofía), o sólo una opinión indiferenciada, arropada de historia con un fin moral, acorde a la visión del historiador y su comitencia, y conforme a intereses. Entonces se puede inferir que la historia, para algunos, sí podría tener un fin, una teleología, sí perseguir una moral entendida como pauta de conducta o comportamiento, como es una fábula con moraleja.
–¿Cuál es el principal aporte de este estudio a los ya realizados sobre la ocupación de Asunción?
–Personalmente, supongo que la metodología de trabajo, que articula imagen y palabra, y que puede servir como metodología para estudios donde se validen escritos a través de imágenes o imágenes a través de textos. La imagen puede asumir estatuto de texto y, en calidad de tal, construir conocimiento. “Cuando el resto de significante de la palabra no puede llegar, puede ser tomado por la imagen”.
Así, se podría proponer réplica de investigaciones acotando el terreno de investigación a la temática de la ocupación aliada de Asunción. En este contexto, el suizo Adolfo Methfessel ha realizado una importante labor plástica que todavía espera interpretaciones desde otros campos, como la historia.
Desde lo simbólico, la “caída” de la “madre” de la cultura rioplatense no es un tema menor, que merece un estudio más profundo a la luz de las teorías psicológicas del inconsciente colectivo y del geist de los países que actualmente se arrogan la denominación de rioplatenses: Argentina y Uruguay, dos de la Triple Alianza.
–En fin, ¿qué nos muestra el grabado?
–El grabado de la veduta (vista) de la ciudad de Asunción en ruinas nos recuerda el concepto de ruina de Walter Benjamin, a los desechos de la historia, a su concepción acerca de la historia de los vencidos, y su crítica al “gran mito” de Occidente: el progreso. Cada vez que se “supera” algo, se “arruina” en tanto en algún momento se lo consideró como “lo mejor”. En esta dirección, Benjamin propone mirar la historia desde otro lugar: la “memoria” (tópico también trabajado por Warburg) es hacer justicia a las voces silenciadas y redimir a aquellas que quedaron por fuera de la historia oficial.
Burton publica Cartas desde los campos de batallas del Paraguay en 1869, en un sospechoso tiempo récord, y la obra fue traducida al español por primera vez en 1998 (Buenos Aires, Editorial El Foro). Mi trabajo constituye una exégesis de tres cartas desde una mirada multidisciplinar con auxilio de un grabado de época, y contribuye, de alguna manera, a enriquecer los sentidos surgidos de aquella primera traducción al español.
Fotos: Gentileza de Maximiliano Martínez.
