Itapytãpunta y el volcánico banco de Itatí

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Itapytãpunta y el volcánico banco de Itatí

La bajante del río ha devuelto las miradas asuncenas hacia uno de sus sitios paradisíacos olvidados: Itapytãpunta. Este balcón de la ciudad que se eleva como una proa hacia el poniente presenta los más bellos atardeceres y, ahora, un islote volcánico, un recodo de la prehistoria.

El viento se siente diferente en el mirador de Itapytãpunta y, al atardecer, una nube de mbiguás irrumpe en un vuelo para posarse en los árboles del barranco rocoso. El graznido se asemeja mucho al bramido que emiten los primates. Y allí forman un paisaje idílico con la luna. El extenso horizonte del Chaco con su vegetación agreste completa un entorno como si se lo hubiera extraído de las eras geológicas. De hecho, es un trozo de prehistoria y ayuda aún a la interpretación su topografía conformada por la tosca rojiza.

Días pasados causó revuelo la información de que en medio del río apareció un islote de origen volcánico. La alerta fue dada por el grupo Geología del Paraguay al señalar en su cuenta de Facebook que el islote rocoso que emergió en pleno río Paraguay en la zona de Itapytãpunta “se constituye íntegramente por brechas volcánicas de la Formación Lambaré, lo cual señala una zona de conducto volcánico y, probablemente, relacionados por contexto con los conos volcánicos apagados de Tacumbú y Lambaré”.

El peñasco rocoso volvió a salir a la superficie luego de 56 años y tiene una extensión de unas dos hectáreas y un perímetro de 1,25 kilómetros.

Volcanismo en Paraguay

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Un artículo publicado en la Revista de la Sociedad Científica del Paraguay (Tomo VII) en abril de 1965 bajo el título “Volcanismo postpliocénico del Paraguay”, escrito por el Dr. Luigi Miraglia expone sobre el “alineamiento volcánico postpliocénico extinguido, descubierto por mí, a lo largo del río Paraguay” y agrega que “sobre el alineamiento y en las cercanías de este se hallan areniscas metamorfoseadas por el volcanismo”. Un ejemplar de esta revista se conserva en el Museo Etnográfico “Andrés Barbero”.

En la monografía desarrolla la hipótesis de un “Mar chaqueño” que luego se había convertido en la extensa planicie que es hoy. “Además de la paleontología, la existencia del mar chaqueño está probada por la sal que aflora desde una larguísima, continua faja de estratos salíferos seguramente pliocénicos (…). En fin, es evidente que olas marinas carcomieron las areniscas coloradas de la barranca entre Varadero y Puerto Sajonia”, dice Miraglia.

Con esto, Itapytãpunta, ubicada a 55 metros sobre el nivel del mar, podría haber sido un elevado acantilado con grutas cercanas (Zanja soro) que formaban parte de ese paisaje agreste de hace millones de años.

Miraglia también habla de que las colinas o lomas de Asunción conformadas por tosca están rodeadas en la base por bañados en una armónica convivencia del paisaje que refuerzan la teoría de la era geológica a la cual pertenecen las formaciones volcánicas del entorno asunceno.

Banco de Itatí

El científico basó su estudio en las observaciones y análisis que pudo realizar durante la pronunciada bajante del río en el año 1964 en la que se hicieron notorios que “el piso de todas las muchas grutas, existentes en la abrupta barranca entre el Varadero y Puerto Sajonia, se hallan al mismo nivel” y que “en el medio del río Paraguay emergió el banco pedregoso de Itatí, entre la boca del Riacho Negro (Chaco) y Zanja soro (norte de Itá-pytá sobre la orilla izquierda del río Paraguay”.

Aclara el investigador que “el banco de Itatí –como lo bautizaron entonces– representa, con mucha probabilidad, el resto del cabo de Itá-pytá, que, antes de ser destruido por las olas, se prolongaba mucho más al oeste en el mar pliocénico chaqueño. Las grutas, como es sabido, representan fases del retroceso progresivo de las costas a pique. Se producen más fácilmente, en las rocas blandas, estratificadas y sucesivamente fracturadas, como las areniscas de Asunción (...)”.

De historias y leyendas

El paraje de Itapytãpunta está lleno de historias y leyendas. El sitio fue un puesto de observación o batería de defensa durante la colonia contra las incursiones de los payaguás que habitaban al otro lado del río y de tropas enemigas durante la Guerra contra la Triple Alianza.

Don Avelino Estigarribia Mercado, de 82 años, vive en las inmediaciones desde 1977 cuando terminó de prestar su servicio militar. Es maestro mayor de obras dedicado a hacer aljibes y pozos ciegos, por tanto conoce muy bien el suelo y el paisaje de Itapytãpunta. Lo encontramos recorriendo la playa: “Me gusta observar la naturaleza, tal como dijo el rey David: ‘Que grande eres tú al contemplar los mares, el cielo...’”.

Con nostalgia recuerda que la gente se bañaba en el lugar y que las mujeres acudían a lavar sus ropas. Ahora la naturaleza la conforman la vegetación y los mbiguás, el resto está rodeado de basura. Y otra leyenda se suma a este paradisíaco lugar, la existencia de piedras preciosas en el islote volcánico. Sin parar la gente ya se embarca en la búsqueda de algún tesoro. Ahora solo faltan los poras.

pgomez@abc.com.py

Fotos: ABC Color/Diego Peralbo.