Maris Franca Antognoli nació en Suiza, pero llegó a nuestro país hace 34 años con su ahora finado marido, el francés Gilbert Llorens. Entonces se hizo paraguaya por opción y convicción. Su vida transcurre actualmente entre las labores de empresaria del mundo ganadero y la dirección del mayor parque de Asunción, cargo que ocupa desde 2013. Entre algunas críticas y elogios transcurre esta actividad, pero, para ella, lo más importante es el amor que siente hacia los animales y la labor de protección.
El Zoológico reabrirá cuando el Ministerio de Salud lo indique, aunque con muchas restricciones y protocolo. Mientras, los animales disfrutan de lo que les resta de su “año sabático” que comenzó en marzo con la pandemia.
–¿Cuál fue su primera mascota?
–Yo nací con las mascotas, con perro, caballo, chancho, vaca...
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–¿Pero recuerda alguna en especial?
–Tenía dos pastor alemán: Dolce y Diana, eran magníficos y nadie se podía acercar a mí del cuidado que me daban. Antes de caminar, con mi padre ya andaba a caballo, que se llamaba Nino y venía a la ventana de ida al establo esperando que le diera un terrón de azúcar. Mi afecto por los animales viene desde siempre.
–¿Cuándo comenzó su labor de protección hacia los animales?
–Empecé a recoger perros de las calles desde que tengo uso de razón. Mi madre se desesperaba porque iba a la plaza y volvía con un perro que encontraba por allí. Cuando empecé con el frigorífico aquí en Paraguay –ya no es mío– comencé a cuidar a los caballos de la zona. Una escribana se ponía bajo el mango a firmar el acta de los caballos que me traían para que los comprara para recuperarlos y sacarlos del maltrato.
–¿Cuántos caballos tiene bajo su protección?
–Los caballos ahora son de mi propiedad. No solo están bajo mi protección. En todos los campos tengo 2.000 caballos y tengo una cabaña donde quedaron los más maltratados, que hicimos con un programa de Itaipú y son 325. Pero en total los recogidos suman unos 600. Estaban todos muy malheridos y maltratados y si no los compraba, iban a morir en la calle porque la gente ya no los quería. Ahora están en una zona declarada libre de anemia equina, bajo estricto control de Senacsa.
–¿Cómo están los animales del Botánico con esta pandemia?
–Los animales en esta pandemia están felices. Tienen la comida diaria, fresca, los felinos tienen carne diaria fresca, carne que ni en casa se come tan bien. Antes que nada debo salvaguardar la salud de todos los animales, por eso están muy bien cuidados. Les pusimos una ducha para refrescarse. Es un caño agujereado que pasa por encima de las jaulas y el animal pasa debajo luego de salir de la pileta –los que tienen–. También hay aves que no necesitan piscina, pero felices pasan bajo esa lluvia. Las cabras tienen su ficha de control por el tema de la brucelosis. Y también están felices porque nadie les arroja hules para comer. Tampoco hay gente que les tiran piedras o quieren levantarlos con un bastón. Los funcionarios también trabajan mejor porque en muchas visitas había padres que los amenazaban con pegarles cuando se ponen a proteger a los animales.
–Lleva ya tiempo al frente del Jardín Botánico y Zoológico...
–Entré como directora del JBZA cuando el entonces intendente Arnaldo Samaniego me hizo un “gran regalo” el 1 de julio de 2013, en el famoso “Asunción a la Parrilla”, donde fui invitada como fundación Maris Llorens. La fundación no recibe plata de nadie ni del Estado, tampoco tiene alivio fiscal o ninguna desgravación fiscal por toda la plata que colaboré con el Jardín Botánico y Maris Llorens es la que pone la plata. La fundación está reconocida internacionalmente y está dentro de la OIE (Organización Mundial de Sanidad Animal, por sus siglas en inglés).
–¿Qué hace la OIE?
–Regula toda la sanidad mundial animal. Si no tenemos en regla los papeles, no podemos vender un kilo de carne porque controla todas las enfermedades empezando por la aftosa. Todas las especies animales, vertebrados, invertebrados, acuático y terrestre. Senacsa tiene que responder a toda la indicación de esta organización y la fundación Maris Llorens está dentro. Somos solo dos privados en la OIE, Bill Gates y yo. Tenemos dos paraguayos en la organización, uno en su sede en París y otro en Buenos Aires, que es la oficina para las Américas. El doctor Hugo Idoyaga, expresidente de Senacsa, está dentro de la OIE como vicepresidente, algo muy importante para el Paraguay, que muchos otros países quisieran.
–Creo que usted debutó como directora con el problema aquél del circo en Falcón...
–Yo estaba en Colombia con temas de carne y sanidad animal. Y me llama Humberto Rubin para pedirme que solucione el problema de un circo varado en Falcón con animales, tigres, que se estaban muriendo de hambre y sed. Humberto y el abogado Felino Amarilla vieron para que los pongamos en el Zoológico en forma “temporal” hasta encontrar una solución. Allí empezó a trabajar por ellos el Dr. Diego Ayala, pagué todos los gastos para que regresaran a su casa a la Argentina, pero fue imposible por la prohibición de uso de animales en circos. Tampoco se los puede vender, porque están bajo protección de CITES, con sede en Ginebra. Entonces pasaron a ser de mi propiedad y es allí donde pensé que había comenzado solo a trabajar en el Zoológico, pero había sido era ¡todo el Botánico!
–¿Cuáles fueron las primeras medidas?
–Lo primero que hicimos fue ampliar el espacio de la elefanta Maya y luego el de los tigres. Empezamos a trabajar por el bienestar de los animales. El Botánico tiene una estructura de hace 100 años, lleva tiempo acondicionar y yo no puedo abarcar todo. Estoy trabajando ad honorem y todo lo que llevo allí no me repone nadie, pero lo hago de corazón. Con todos los funcionarios y un staff estamos trabajando por las especies que están allí. Los tigres y pumas están mezclados, los del Botánico y la Fundación, pero todos tienen un chip con su dieta que reciben según su especie y edad. Además, reciben diariamente una vitamina, sobre todo las aves que son ya muy viejas.
–Mucha gente cree que hay que cerrar el Zoo y liberar a todos los animales de su cautiverio...
–Estos animales no pueden ser liberados porque nacieron y crecieron en cautiverio. No saben cómo procurar su comida porque están acostumbrados al hombre, dependen del hombre. Entonces, son presa fácil de depredadores o enfermedades. Además, aquí como en otros países nadie respeta los animales. Lo quieren matar para sacarle la piel o para comer. Comprendo que hoy en día mucha gente necesita porque tiene hambre y debe sobrevivir. Cuando uno tiene hambre en lo primero que piensa es en la sobrevivencia humana, pero hay personas que los matan por placer. Eso es lo peor.
–¿Nacieron muchos animales ahora con la pandemia?
–Claro, sin contar todos los bebés de especies silvestres que nos llegan. La fauna se está destruyendo, el progreso no se puede detener y los animales de repente se encuentran con el hombre, con la ciudad y el ser humano tiene que adecuarse también a una integración. La biodiversidad es muy importante y sin los animales, nosotros también vamos a morir, porque un animal sirve para depredar a otro en la naturaleza. Comprar un animalito de contrabando significa que mataron a su madre para traer los pichones y de diez que llegan uno sobrevive. Es una destrucción total comprar e incentivar el comercio de estos seres vivos. Los animales silvestres no son para mascota. Todos los días nos llegan monitos con heridas en carne viva porque los atan con una cadena desde pequeños y luego crecen y se mueven mucho. Un puma es un amor de pequeño, mas no es para tener en la casa cuando crece. El oso hormiguero muere si está enjaulado, a menos que nazca allí, cosa rarísima. Tenemos a un bebé en la unidad de cría. Con el Mades estamos trabajando para liberar los animales en un sitio de bosque bajo, con agua, bien aislado para que nadie los encuentre. Tampoco les vamos a decir porque no queremos que vayan a cazarlos. Liberamos aves que sobrevuelan y vuelven cuando no encuentran comida afuera.
–¿A qué animales favoreció en la reproducción esta cuarentena?
–Hay animales que se reproducen muy bien, como las cabras, con o sin pandemia, pero este tiempo ayuda a la mamá a cuidar mejor a su cría y crecen bien. El ñandú está más tranquilo con sus huevos y entonces hay reproducción. También hay animales que mueren de viejos, pero no vamos a traer otros para reponerlos y enjaularlos de nuevo, porque ya es suficiente con los rescatados que nos traen. La gente mata el mykurẽ o la zarigüeya sin ninguna razón. Estos animales no hacen daño a nadie, al contrario comen todos los insectos que encuentran y limpian el jardín o el patio. Cuando crecen sus crías también los liberamos. Muchos papagayos quieren volar y van, pero vuelven con las alas rotas por las honditas o balines que les tiran. ¡Entonces que les dejen volar tranquilos si los ven, no hacen daño a nadie! Repito que los animales en esta pandemia están más tranquilos, relajados, hacen su vida, no hay ese estrés que les causan muchas personas que no respetan la importancia del lugar ni la tranquilidad animal.
–¿Cómo harán para reabrir el Zoológico cuando pase esto? ¿Cómo harán que la gente no se vuelque sobre las jaulas?
–Estamos viendo un protocolo para cuando nos autorice a reabrir el Ministerio de Salud. Tal vez entrará un grupo de veinte o cincuenta personas para evitar aglomeraciones porque allí es donde se propaga el virus. Este virus vino, llegó, se queda y se quedará. Entonces tenemos que estar atentos por nosotros y los demás, y eso es lo más difícil de entender. Yo preveo que se va a armar un lío de primera clase. Falta concienciación. Ahora, por ejemplo, que se abrió el Botánico ya hay de nuevo descontento porque no se puede jugar al fútbol. El fin de semana hubo una avalancha de gente que hasta quería hacer asado en el parque. Tengo muchos ejemplos, como con los vendedores ambulantes, a quienes prohibí el ingreso porque la gente luego de comer arroja su basura a los animales, y estos comen los desperdicios y los mata. Casi fui linchada por los vendedores. Todos tenemos derecho a trabajar, pero con respeto a la naturaleza y el lugar.
–¿Qué porcentaje del presupuesto aporta la municipalidad y qué aporta la fundación?
–El año pasado, la municipalidad aportó toda la comida, pero este año desde mayo lo estoy aportando yo. Tengo todo documentado. En 2020 el presupuesto es de 25.000 millones de guaraníes, de los cuales 12.000 millones son salarios del personal. Luego pedimos 9.000 millones para la comida de los animales. Hasta hoy no se liberó un solo guaraní, pero los animales igual comen. Una cosa es tener el presupuesto y otra cosa recibirlo, ejecutarlo. Yo no saco un solo cheque de la municipalidad. Hicimos todas las licitaciones como corresponde, pero no hay ejecución porque eso pasa por la comuna asuncena.
–¿Qué piensa del maltrato animal que se ve a diario?
–Como en muchos países de América Latina, aquí falta educación, respeto a un ser vivo. Y aquí entro en un ámbito muy delicado, porque a mí me tachan de asesina porque dicen que mato miles de vacas. Aparte que ahora ya no tengo el frigorífico, soy ganadera. La vaca se cría, produce para la economía y están las que dan terneros y las que son para ser faenadas. Esto da trabajo a miles de familias y maneja el comercio nacional. Queramos o no, la ganadería y el campo son los principales renglones de la economía. Mueve otras industrias y es toda una cadena de trabajo. Seguramente la gente que dice que soy asesina no come carne, no usa zapatos de cuero ni sombreros. ¿Y el cuero de dónde viene? El covid dio una lección al mundo, el dinero no compra la salud. La ganadería no puede parar porque la gente tiene que comer. Puede dejar de comprarse un zapato o una ropa, pero debe seguir comiendo. En la ganadería se tienen normas de bienestar animal. En nuestro país los vacunos están libres, se alimentan del pasto y solo se los agarra cuando van a ser llevados para producir carne. En Europa viven en un establo, atados con cadena y en un espacio muy pequeño. Por otro lado, nadie es obligado a tener un gato o un perro, por tanto, no tiene por qué descargar sus frustraciones encima de ellos. Los maltratadores de animales deben ir a la cárcel. Todos quieren un perro sano, muchos los recogen y los llevan a las veterinarias, pero hay que pagar la cuenta, si no se los vuelve a soltar. Aunque hay otras veterinarias que buscan solo el comercio. Si yo le muestro lo que pago a la veterinaria se va a desmayar...
–¿Qué se puede hacer para mejorar la situación animal en el país y el Zoológico?
–Se están preparando modificaciones a la ley 4840/13 de protección y bienestar animal, que rige desde el año pasado, porque muchos artículos no tienen pies ni cabeza. En el Zoológico con el Mades estamos trabajando en un plan de manejo actualizado porque es la entidad rectora de los animales silvestres y exóticos que se tienen en el Botánico.
–¿Cuántos animales tiene el Zoo?
–El jefe del Dpto. de Zoológico Dr. Jesús Moreina tiene registrados 55 especies nativas y 15 exóticas. Entre la unidad de cría y el resto de hábitats tenemos 1.150 unidades de animales. Aparte hay unas 70 u 80 cabras, la tortuga de agua ni los yacarés se pueden contar porque se reproducen, pero hay registros de cuántos entraron y siempre vienen de “regalo”. Hay muchas tortugas terrestres y los monos vienen y van desde la reserva, en busca de comida. Allí también hay otro problema del ingreso de gente porque no hay rejas. Pero esa ya es otra cuestión. Las serpientes se reproducen muchísimo porque no les faltan comida. Con mucha tristeza debo decir que ellas comen animales vivos, pollitos y ratitas de vivero. Me da pena, pero es la naturaleza de los animales, si no mueren de hambre. No pueden ser veganas.
Fotos: ABC Color/Silvio Rojas.
Portada: Jade es una de las tres tigresas que en 2014 nació en cautiverio. Su madre es Turka, rescatada de un circo.
