Pilcomayo, las dos caras de un río

El Pilcomayo es todo un enigma para la ciencia: es el segundo río en el mundo en transporte de sedimentos, detrás del Amarillo (China Popular), y –según estudios de la Nasa– es el abanico aluvial más grande del planeta, por el desplazamiento de su cauce a lo largo de los siglos.

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Pilcomayo, las dos caras de un río

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Otro detalle importante: el río Pilcomayo nace a unos 6.400 metros de altura, en las montañas de Potosí (en el territorio boliviano) y se escurre en la planicie chaqueña, donde la altura promedio es de apenas 240 metros sobre el nivel del mar.

La cuenca del Pilcomayo es la única experiencia en toda Latinoamérica de manejo compartido de sus aguas: Argentina, Bolivia y Paraguay aceptaron la responsabilidad de intentar salvar al río. Inclusive, a nivel mundial se tienen pocos ejemplos de países ribereños que unen esfuerzo en torno a aguas compartidas.

Estas características que hacen único al Pilcomayo también definen su ecosistema: la biodiversidad es simplemente extraordinaria, tanto en la fauna como en la flora. La naturaleza nos muestra año tras año las dos caras de un río contradictorio.

A lo largo del 2020, el valle de inundación del Pilcomayo soportó una sequía como no se tenía hace 50 años. A modo de ejemplo, en Pozo Hondo apenas llovió 80 milímetros en todo el año, cuando su promedio anual es de 400 milímetros.

Dos años antes, en 2018, se tuvieron intensas lluvias, que causaron inundaciones. Luego se agregaron las aguas del Pilcomayo y el resultado fue el aislamiento de comunidades.

Adaptarse

Los pobladores no tienen otra alternativa, salvo adaptarse a situaciones que pueden cambiar en cuestión de meses.

Es que el mismo río va mutando. La extraordinaria cantidad de arena que transporta, un promedio de 60 millones de metros cúbicos, define su cauce. El Pilcomayo arroja arena dentro de su conducto, que tiene como resultado el taponamiento. A medida que se cierra el canal, también disminuye la extensión de su cauce.

Es como si el destino del curioso río Pilcomayo fuera autoeliminarse. Una especie de suicidio. Precisamente esta imagen metafórica es la que utilicé para titular el álbum fotográfico lanzado a mediados de diciembre último: Pilcomayo, un río suicida.

El álbum es un resumen de 28 años de coberturas periodísticas en torno a un río que es sinónimo de vida. El conjunto de fotografías incluye imágenes de una Bolivia desconocida para buena parte de los paraguayos, siguiendo el curso del Pilcomayo hasta las montañas de Potosí, la ciudad más alta del planeta, situada a 4.200 metros de altura.

En la planicie chaqueña se tienen fotografías del Bañado La Estrella, en la provincia de Formosa. El Pilcomayo permite a nuestros vecinos formoseños el privilegio de contar con uno de los esteros más importantes de la Argentina.

En el caso del Chaco paraguayo, las fotos reflejan idas y venidas del Pilcomayo. El nivel de compromiso de nuestros gobernantes, para mantener la limpieza de canales, define cuánto de agua se escurrirá en nuestro territorio.

En la colección de 200 fotos, en alta definición, resalta una pelea inédita entre yacarés por capturar una cría propia para comérsela. Este tipo de enfrentamiento es rarísimo en esta especie y sólo se da en situaciones de extrema hambruna. Captar esta foto, en el año 2010, demandó una tremenda dosis de paciencia, a lo largo de dos días, en las inmediaciones de la estancia La Chaqueña, en el departamento de Boquerón.

El álbum Pilcomayo, un río suicida está agotado. Por el costo es difícil pensar en una reedición. La publicación de la colección tiene como principal satisfacción la posibilidad de compartir fotos únicas, irrepetibles. Fotos que no tienen mayor valor guardadas en mi escritorio...

Textos y fotos: Roque González Vera roque@abc.com.py

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