Su incorporación a las fuerzas policiales se dio a instancias a su padre, ya fallecido, el comisario general Emiliano Villalba Benítez, quien le inculcó desde pequeña el amor al “sagrado uniforme”. “Como hermana mayor de tres mujeres, recayó en mí ese privilegio de seguir los pasos de un policía ejemplar, quien dedicó gran parte de su vida a proteger y servir a la ciudadanía de San Bernardino, durante casi 20 años”, cuenta Nilda, con orgullo, al inicio de la entrevista.
Es así que fue nombrada como oficial ayudante de Sanidad en julio de 1987, siendo estudiante del 3.er año de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Asunción. Una vez culminada su carrera universitaria, se dio su primer ascenso al grado de oficial segundo y, desde entonces, los encumbramientos no pararon, con los debidos requisitos exigidos por la ley orgánica n.° 222/93 de la Policía Nacional y reglamentaciones vigentes.
-¿Cómo fue tu experiencia en la carrera?
-Los primeros años fueron muy duros. Adaptarme a la disciplina policial fue difícil; de igual forma, continuaba las especializaciones médicas, primeramente como internista, luego como intensivista y, finalmente, fui beneficiada con una beca para seguir la especialidad de Toxicología en la Pontificia Universidad Católica do Rio Grande do Sul, Porto Alegre (Brasil), considerando que esta especialidad es de alta demanda en el país por las actividades productivas agrícolas y ganaderas predominantes.
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-¿Qué servicios prestaste como médica?
-Mis pasos por Sanidad Policial se dieron en diferentes servicios, dentro del Hospital de Policía Rigoberto Caballero, como cirugía, clínica médica, terapia intensiva, urgencias y, también, en institutos de formación policial, específicamente el Colegio de Policía Sgto. Ayte. José Merlo Saravia, en el cual asistía a los aspirantes a suboficiales.
-Siempre elevándote.
-En mayo del 2013 fui designada como directora médica del Hospital de Policía y, desde ese entonces, desarrollo actividades administrativas, teniendo como ejemplo a la comisario general inspector. Dra. Concepción Giménez, de quien aprendí los secretos de la administración hospitalaria. Esta última etapa de mi carrera policial se inició en mayo de 2016, en la que fui promocionada como directora de la Sanidad Policial y ascendí al grado de comisario general inspector, siendo la cuarta mujer con esta graduación. Gracias a la ley n.° 5757/17, la Dirección de Sanidad pasó a convertirse en una dirección general y eso posibilitó mi ascenso al grado de comisario general director. Así, me convertí en la única paraguaya en ostentar las tres estrellas doradas con todas las prerrogativas que la ley establece.
-¿Qué sentiste cuando te nombraron?
-La emoción fue inmensa. Llegar a la máxima graduación en la carrera policial me generó mucha emoción. Así como fue su deseo... Miré al cielo y expresé: “Misión cumplida, mi comisario general”.
-En general, ¿encontraste desafíos o problemas para integrarte y en qué aspectos?
-Ambas situaciones se presentaron con el correr de los años. Desafíos como aprender a vestir correctamente el uniforme, disparar un arma; los exámenes de ascenso fueron constantes al inicio, pero después se convirtieron en fortalezas para seguir avanzando. Todo esto con el plus del juramento hipocrático, que me obliga a salvar la vida de las personas; en este caso, camaradas o sus familiares que ayudaron a integrarme a la gran familia policial.
-¿Cómo fue la relación con los hombres en una institución tan vertical y conservadora?
-Al principio fue difícil. Veníamos a ser las invasoras, pero me fui ganando el respeto de todos con los resultados de mi esfuerzo. Esa estructura verticalista está cambiando poco a poco; se ven mujeres en espacios administrativos y operativos. Son muchas las mujeres capaces y seguramente irán ascendiendo.
-¿Cuáles son las especialidades que ofrece a los egresados la Academia de Policía?
-La Academia de Policía ofrece las especialidades de Prevención y Seguridad, Investigaciones e Intendencia. En el área de Sanidad carecemos de egresados de la Academia hasta hoy en día; casi la totalidad del personal de blanco es incorporada para prestar servicios en su especialidad, salvo excepciones de suboficiales egresados del Colegio de Policía, quienes decidieron estudiar Medicina u otras especialidades médicas.
-En el Paraguay existen todavía pocas mujeres policías en relación con los hombres. ¿Por qué se da esa situación y qué medidas se pueden tomar para cambiar esta realidad?
-En el Paraguay, las primeras mujeres fueron incorporadas a la Academia de Policía en 1991 y en la actualidad ostentan el grado de comisarios principales. La vida de estas mujeres policías es muy sacrificada, puesto que en su gran mayoría son operativas, y ello implica una dedicación total y exclusiva laboralmente hablando. Queda muy poco tiempo para dedicar a la familia y los amigos. Creo que este motivo es lo que pesa en la balanza a la hora de elegir una profesión que hasta hace poco tiempo era exclusiva de los varones. Pero, en contrapartida, hay valientes mujeres paraguayas que llevan, con sus luces y sombras, esta vocación de servicio a la ciudadanía. Paulatinamente ingresan más mujeres a la institución policial. Actualmente, el cupo de vacancias es de 35 aspirantes femeninas a la Academia de Policía y 90 al Colegio de Policía.
-Desde tu campo, ¿qué necesita la fuerza policial?
-Desde la Sanidad Policial, que es el área en la que me desenvuelvo, la necesidad imperiosa es mejorar la asistencia a la salud del policía y sus familiares beneficiarios. Como respuesta a esa necesidad, estamos apostando a mejorar los recursos humanos, la infraestructura edilicia y el equipamiento adecuado para las patologías más frecuentes que se presentan. Nuestro sueño es dejar un proyecto ejecutivo para la construcción de un nuevo hospital de policía con una capacidad mínima de 200 camas y potenciar las cabeceras departamentales con unidades de atención primaria a la salud enfocadas en la prevención de las patologías, como hipertensión arterial, dislipidemia, diabetes mellitus y otras.
-Hablemos de tu vida familiar.
-Hace casi 18 años estoy felizmente casada y esa unión fue bendecida con dos hermosos hijos: Germán Emiliano (14 años) y Ámbar Lucía (11 años), quienes son nuestra razón de vivir y nos alientan a seguir luchando por un Paraguay más justo para todos.
-Para finalizar, un mensaje para las mujeres.
-Un refrán que me gustaría dejar a consideración de las mujeres paraguayas es el siguiente: “No tengas miedo a las dificultades que conoces, recuerda que el cometa se levanta con el viento en contra, nunca a favor”. Con esto sintetizo que deben pelear por sus ideales y no cansarse hasta conseguirlos.
Fotos: ABC Color/Roberto Zarza.
