Iglesias de cartón

A los siete años, Andrés Bustamante descubrió que con pocos elementos y mucha imaginación podría construir miniaturas. Así, con el tiempo, aquello que comenzó con casitas de palitos de escarbadientes, hoy, ha evolucionado en ingeniosas maquetas de iglesias.

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La afición de Andrés Bustamante por las miniaturas data de su niñez, cuando descubrió los palitos de escarbadientes. Los unía con plasticola y hacía casitas. Luego, siguió con papel, cartulina y cartón, con los cuales construía castillos o palacios inspirado en las fotografías de las revistas.

Así, cada vez que encontraba alguna imagen del Palacio de Versalles, hacía la miniatura de algunos de sus salones. “Me gusta mucho el arte francés. Hace 10 años hice la Galería de los Espejos, de Versalles, con todos los espejitos”, comenta. Confiesa que una vez también se animó a hacer la Capilla Sixtina. “Lastimosamente, con el tiempo y sin el debido cuidado, se fueron perdiendo esas miniaturas”.

Apasionado por la arquitectura, el mobiliario, y todo lo que tenga un estilo bien elaborado y trabajado, estudió la carrera de Modelismo en un instituto, pero solo un año. Al siguiente ya no se habilitó el curso, porque fue el único interesado. “Obtuve algo de conocimiento, pero ahí quedó. El resto ya es ingenio en la elaboración. Soy, prácticamente, autodidacta”, refiere.

Tres años atrás comenzó a interesarse por las casitas de muñecas. Al observar lo que se vendía en la calle, notó que no tenían un buen acabado en los detalles. “Respeto mucho el trabajo de los otros, pero justo el que toqué me astilló las manos. Entonces, pensé: ‘Son para niñas. Ellas juegan y se pueden lastimar’”. Y arrancó con la elaboración de todos los elementos de las casitas: desde el mobiliario hasta la araña que las ilumina. “Así como las hago, se venden. Para mí, construirlas es más que un hobby, es una pasión, pero si puedo obtener un beneficio económico, ¡mejor!”.

En su trabajo, más que nada se invierte mucho tiempo en la elaboración de las miniaturas. “Todo mi año se basa en el Día del Niño y Reyes; trabajo para esas fechas”. Si bien no vive de las ventas de las casitas de muñeca, el dinero extra que obtiene le permite dedicarse a su pasión, que son las maquetas de las iglesias. “Son mi verdadera pasión. Las hago por gusto, aunque, a veces, hay gente que me pide que le construya una y le vendo”.

Lo mismo con las casitas. Les pide a sus clientes que le den una idea de lo que quieren y trabaja basado en eso, pero a su manera. “Yo quiero mantener un formato y estilo en mi trabajo. Les digo: ‘Cuando esté terminado, si te gusta, lo llevás; si no, no hay drama’. Afortunadamente, siempre quedan satisfechos, porque trato de marcar una diferencia en mi trabajo; justamente, en la terminación, los muebles, el diseño. Totalmente distinto a lo que se ve por ahí”.

El tema de elaborar maquetas de iglesias surgió el año pasado y empezó con el Santuario Menor de Nuestra Señora de las Lajas, de Colombia. Vio la fotografía de la iglesia en un perfil de Facebook y quedó fascinado. “Le escribí que la imagen me inspiraba para construir la maqueta. Ella, una colombiana, me contestó: ‘Si la hacés, te la compro’”.

Comenzó a construir el santuario, bajo la atenta mirada de todo el proceso de la futura dueña. Lo mejor del trato para ambos fue que Bustamante le aclaró: “Si te gusta, fantástico; en caso contrario, se queda para mí. Cero estrés’”. De más está decir que a ella le gustó. Así se concretó su primera venta.

La siguiente, la iglesia Sagrado Corazón de Jesús, de los padres capuchinos, de Córdoba, se dio porque empezó a publicar sus trabajos y un amigo, quien sabía de su afición, le mostró la imagen. “Me quedé maravillado y empecé con el proyecto. Seguí hasta que salió”. Realizar la maqueta de una iglesia le lleva, aproximadamente, un mes. Aunque confiesa que la que está construyendo actualmente, la Iglesia de la Encarnación, ya le está tomando dos meses. “Cuando empecé y la comparé con las otras, no pensé que sería tanto, pero espero terminarla pronto”.

En general, las construye con cartón y otros materiales, como isopor, para los detalles más pequeñitos. “Hay gente que utiliza madera, pero para hacerlas, necesitaría instrumentos con más precisión, con los cuales yo no cuento”.

Este último proyecto ya fue un pedido de sus contactos, quienes le pedían que realice una iglesia del Paraguay. Mucha gente le sugirió que hiciera la de San Lorenzo, hasta que, finalmente, se decidió por el emblemático templo asunceno. “Elegí la Encarnación, porque es una de nuestras iglesias más antiguas. Además, en presencia, no hay otra que se le iguale; es imponente. Me gusta mucho”. Su objetivo, también, es que esta obra contribuya a crear conciencia sobre la importancia de preservarla y más gente se una a la causa.

Cuando concluya, ¿la venderá también? “Sí, ya tengo muchos interesados en adquirirla”.

Por Marisol Palacios mpalacios@abc.com.py

Fotos ABC Color/Claudio Ocampo/Gustavo Báez.

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